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Antonio Gutiérrez Limones

Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de España y presidente de la delegación española en el Consejo de Europa

Precisiones necesarias sobre mi visita a Gibraltar

La política exterior española se “parlamentarizó” hace años. En 2004, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero promovió la aprobación de una norma por la que Parlamento, con carácter previo y vinculante, debería pronunciarse sobre el envío de tropas españolas al exterior, fortaleciendo así el rol del mismo en la política exterior. Los parlamentarios, a partir de aquel momento, iban a jugar un papel activo. Quedaba así superada la visión que atribuía de forma exclusiva al Gobierno las materias de política exterior y de seguridad imperante en los inicios de nuestra democracia.

Esta filosofía tendría continuidad, en este caso con un Gobierno del Partido Popular, cuando en 2014 se atribuyó al Parlamento la capacidad para convocar a los embajadores nombrados por el Gobierno, para que éstos pudieran presentar el programa de actuación en el país u organización de destino, y recabar criterio sobre el mismo de los representantes electos. Se daba continuidad, de esta forma, a la participación del Parlamento en la política exterior. Los parlamentarios, por tanto, nos contamos desde hace años entre quienes trabajamos en este ámbito.

Estas consideraciones iniciales traen origen en las informaciones publicadas en su medio a raíz de mi visita a Gibraltar y a la Mancomunidad, municipios y agentes sociales del Campo de Gibraltar. Estos últimos años he tenido el gran honor, como jefe de la delegación parlamentaria española en el Consejo de Europa, de trabajar regularmente en asuntos exteriores, de entender que la visita se inscribe –por tanto– en lo que es mi quehacer regular. Quiero dejar meridianamente claro que mi visita era perfectamente conocida por mi formación política y por el Ministerio de Exteriores. Nada se hizo de espaldas a nadie.

No voy a entrar a detallar los frutos de estos días de trabajo en el campo de Gibraltar y en el Peñón; ser útil exige ser discreto, el tiempo mostrará los resultados. El acuerdo, el pacto y el progreso no se consiguen encontrándonos únicamente con los iguales, sino con los distintos. Creo que estamos conformando un espacio de prosperidad compartida, un objetivo que –estoy convencido– está más cerca que lejos. Seguro que todos habremos hecho nuestra contribución trabajando, opinando e informando con rigor. 

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