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Francisco Javier Membrillo. Coronel retirado de Caballería

Salvar el Hospital Vigil de Quiñones

Hace más de dos décadas que el Hospital Militar Vigil de Quiñones de Sevilla, que prestaba servicios al colectivo militar de la zona y a parte de la población civil de las sevillanas barriadas Elcano, Pineda y Montequinto, receptor de urgencias de Ceuta y Melilla, y que disponía de una capacidad supletoria de hospitalización para casos de catástrofes, fue transvasado a la Junta de Andalucía tras numerosas reclamaciones de la misma para, según decían sus responsables políticos, prestar servicios sanitarios a través del SAS (Servicio Andaluz de Salud), perdiendo su carácter militar.

El motivo real del cambio de dependencia fue el afán de las autoridades de la Junta de incrementar su activo con unas instalaciones sanitarias modélicas, y la aquiescencia de algunos incautos e incompetentes dirigentes del Ministerio de Defensa, que creyeron haber descubierto otro bálsamo de Fierabrás a fin de compaginar las necesidades de la Sanidad Asistencial (que atiende al personal militar y civil de dicho ministerio, así como al de la Guardia Civil, y familias) por medio de la subcontratación con empresas sanitarias civiles, y la Sanidad de Campaña (que atiende al personal militar en ejercicios y maniobras, así como al que toma parte en Operaciones fuera del Territorio Nacional) por organizaciones sanitarias militares.

Quince años más tarde el hospital sigue cerrado, se le ha desprovisto de parte de sus equipos, ha sido saqueado e incluso han pretendido desposeerle del nombre del insigne médico militar andaluz que ostenta la instalación, Rogelio Vigil de Quiñones (Marbella, 1862-1934), uno de los héroes de los últimos de Filipinas. Y aquí viene la cuestión: ¿es necesario poner en servicio nuevamente el hospital y pueden ser compatibles las necesidades del SAS y las de la Sanidad Militar? Teniendo en cuenta que un hospital no es sólo un edificio de más o menos valor económico, sino, sobre todo, una organización sobre la que se sustentan los varios centenares de facultativos y personal auxiliar que lo activan y el presupuesto necesario para su sostenimiento, y dado que el SAS ya cuenta con otros dos hospitales generales ubicados en la misma zona, la Junta nunca ha sido propensa a activar un nuevo hospital a escasa distancia de los mismos, aunque sí ha sido receptiva a derivarle algunos de sus enfermos de otras instalaciones en caso de saturación de sus servicios sanitarios.

Pero si los políticos responsables consiguen solventar las reticencias que existen entre los diferentes partidos y administraciones, y velar por el interés general, lograrán salvar el Vigil de Quiñones y que Sevilla siga disponiendo lo que por historia, tradición e importancia nunca debió perder: en caso contrario, lo enterrarán definitivamente y serán sus responsables. 

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