Lo malo de la suspensión por unas horas del Twitter del torero Morante de la Puebla que mostraba el resumen de su actuación en Algeciras no es el hecho en sí. Lo malo es que estas cosas sucedan. Claro que una empresa privada como es Twitter tiene derecho a decidir qué se publica y qué no en su plataforma, pero eso no quiere decir que lo vea normal. Lo que hagan las personas aquí, en Francia o en Pekín; en un concierto, en las páginas de un libro o en una plaza de toros no tiene por qué gustar a todo el mundo para que aparezcan en las redes, porque si así fuera con el tiempo no tendrán nada que publicar, ya que lo que a uno le gusta a otro le molesta.

¿O es que igual que hay gente que ve violencia gratuita en lo que hace un torero, no la hay también que la ve en una canción de rap, en el desnudo de un cuadro o incluso en la foto de un chuletón de ternera poco hecho? Pues, como dijo el Gallo, “hay gente pa tó”. 

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