Los diputados de EH Bildu se creen con derecho a matar para alcanzar sus objetivos, pero por el momento han renunciado a ese derecho. Los diputados de ERC y JxCAT se creen con derecho a malversar dinero público y usar la Generalidad para coaccionar a la población no independentista. Los diputados de Podemos creen que en política todo vale. Y a todos ellos les une un minucioso desprecio por las leyes. Porque cuando uno se cree llamado a liberar a todo un pueblo, instaurar sobre la faz de la Tierra la justicia total o erradicar la comida basura de nuestra galaxia, todo lo demás se vuelve insignificante.

La vida y la propiedad de los demás son poca cosa si se considera el caudal de justicia y libertad que nos espera si Iglesias, Junqueras y Otegi alcanzan sus metas. Para ellos, “este mundo es camino para el otro, que es morada sin pesar”. Son personas devotas con fe ciega en el más allá, por eso se empeñan en demoler la España que conocemos para construir un mundo perfecto.

Son hombres radicalmente buenos, pero indiferentes a los efectos devastadores de imponer su bondad, que no atienden al ejemplo de otros hombres como ellos que nos ofrece la Historia. Qué importan ahora unos cuantos delitos; qué importa una vida, un secuestro, unos euros malversados, una tarjeta de memoria retenida o una denuncia falsa si luego seremos todos justos y buenos.