Guillermo Mella

5 años de seguimiento de Abengoa

Soy un accionista de Abengoa y he seguido el tema a diario desde hace cinco años. Siempre he dicho que la situación de Abengoa merece un “artículo de investigación periodístico”. En mi opinión, el problema actual de Abengoa es que es una empresa más que viable, con patentes, I+D+I y centrada en energías renovables con futuro.

Para nosotros, los pequeños accionistas, que confiábamos en la gestión de la dirección, fue muy sorprendente ver que de repente quedábamos excluidos de todo: no formábamos parte de la reestructuración financiera, teníamos suspendida la cotización en Bolsa y la propia dirección nos dice que “no nos corresponde nada”. De repente, el tema se convierte en el avasallamiento de la dirección a los pequeños accionistas, que, al parecer, son la gran mayoría.

Para mí, el fondo del asunto es que los accionistas institucionales ven la oportunidad de hacerse con el control de una empresa estratégica y con futuro, que puede reportarles beneficios a medio-largo plazo. Es una simple cuestión de codicia.

Pero detrás de todo esto hay un tema que afecta a la credibilidad del sistema y de las instituciones: ¿A quién rinde cuentas el Consejo de Administración de Abengoa? ¿Hay distintos tipos de accionistas en las empresas? ¿Protege la dirección de una empresa por igual a todos sus accionistas? Parecen preguntas teóricas, hasta que ustedes se animan y compran acciones de una empresa. Un día le dicen que la empresa tiene futuro, que tiene otro nombre, pero que usted y sólo usted va a perderlo todo. Entonces las cosas se vuelven muy reales.

Yo creo que el tema no es Abengoa, es la protección del sistema a cualquier persona que se convierte en accionista de una empresa. 

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