Hace unos días en una emisora de radio: “Soy María. Trabajo en la UCI de un hospital de Madrid y hoy siento desánimo. No aplaudan más. Los sanitarios no somos héroes. Somos personas como las demás. Como las que se quedan en casa, salen respetando las normas y comprenden que todos somos uno.

Estamos metidos en el volcán. Hemos tenido miedo, preocupación, soledades... Algunos han dejado a sus familias y se han ido a hoteles para no contagiarlas. Ha habido falta de prevención, desorganización gubernamental y directiva, falta de material protector, mascarillas chinas picadas y un largo etcétera. Otros han fallecido.

Pero no es heroicidad. Es nuestro trabajo. Lo amamos. Lo elegimos. Pero no elegimos este desastre... Siento impotencia por la falta de control del personal de primera línea sin test. Si tienes síntomas te lo hacen. Pero habrá que hacérselo antes a los futbolistas, claro.Hoy, después de siete horas de trabajo llevando una mascarilla fpp2 o fpp3, según esté el suministro, y otra quirúrgica encima, harta de sudar bajo el EPI y los olores de los desinfectantes metidos hasta el alma, vuelvo a casa y veo a jóvenes por la calle pegados unos con otros sin mascarillas o con ellas colgadas del cuello.

¿Estamos locos o qué? ¿Creen que esto ha acabado? Si pudiera les invitaría un día a la UVI para que vieran la realidad. Hoy no quiero aplausos. Quiero humanidad. Es por todos. Aún no hemos ganado”. El miércoles 6 en el Congreso: los políticos discutiendo quién la tiene más larga. Así nos va.