El pasado 21 de abril vivimos uno de los sucesos más lamentables de los debates políticos de este país. Lejano queda ya el debate a dos en el que Pedro Sánchez acusaba a Mariano Rajoy de no ser una persona decente. Y no sólo lejano, sino como ejemplo, me atrevería decir, de lo que es un buen debate, sirva la ironía.

En ese debate no vimos a una peluquera peinando un pelo ingobernable, pero sí a una mediadora que suplicaba con bastante familiaridad a uno de los debatientes que no se fuera, y a otros dos que sin saber muy bien qué hacer tiempo después se sumaron a la causa de la víctima, sin olvidarnos de las famosas balas.

Cualquier tipo de amenaza, venga del lado que venga, ha de ser denunciada, investigada y no pasada por alto, pero de nuevo vuelven a ser los ciudadanos de a pie los que salen perjudicados de un circo mediático. La nueva víctima: Correos y sus empleados. 

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