Merece la pena recordar un documento firmado por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen, sobre las Bienaventuranzas del político. Dicho servidor de la Iglesia falleció en 2002 y fue un fiel testigo del Evangelio. Decía: Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel. Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad. Bienaventurado el político que trabaja por el bien y no por su propio interés. Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente. Bienaventurado el político que realiza la unidad. Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical. Bienaventurado el político que sabe escuchar. Bienaventurado el político que no tiene miedo. ¿Tendremos algún día, entre nosotros, la bienaventurada presencia de algún político coherente?
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