Estefanía Ruiz Sánchez

Sin comunicación somos bichos

La comunicación como motor "que cambia las cosas". Cómo, con una buena comunicación, podríamos eliminar la mayoría de los problemas que existen entre las personas y que desembocan en la sociedad. Aprender a comunicarse, partiendo de la base de que la mejor forma de comunicarse es saber escuchar. Ayer iba en el bus y justo en los asientos al lado del mío, había dos personas adultas comunicándose, pues uno sólo contestaba con monosílabos, hasta tal punto que el otro arrancó a llorar al ver que la comunicación entre ellos era pésima. El viaje en bus duró 55 minutos, durante todo el trayecto sólo se le oía hablar a uno. Del otro sólo se oía "sí o no". Así durante casi una hora de conversación. Además, estaba más pendiente del móvil que de la persona que le estaba hablando. En ese preciso momento me vino una frase a la cabeza de Margaret-Miller: "La mayoría de conversaciones son simples monólogos desarrollados en presencia de un testigo". Y no es que uno de los sujetos no tuviera nada que decir, sino que lo de comunicarse pasaba a un segundo plano, prefería cualquier otra actividad. Si supiéramos que, cambiando la forma de comunicarnos, la sociedad en sí cambia, da un giro tal que la mayoría de los problemas se desvanecen. Desde luego que la forma de comunicarnos hace mejor nuestra vida y la enriquece y, sobre todo, nos evita muchos sufrimientos innecesarios. Y termino con esta maravillosa frase: una buena comunicación es un balón de oxígeno que pone color a la vida. 

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