Tengo afecto, amistad y admiración por nuestro paisano el embajador de España en Caracas, Jesús Silva, que está realizando una encomiable labor diplomática en medio de mil dificultades, pero afirmar, como hizo el martes en las páginas de este periódico el señor Navarro Antolín, que el Gobierno español no lo ve con buenos ojos porque lo nombró Rajoy es desconocer cómo funciona nuestra diplomacia. Todo ello con motivo de la salida de Leopoldo López de la residencia del embajador Silva en Caracas y su llegada a España.

Es de todo punto inverosímil, y sé de lo que hablo, que el operativo para que Leopoldo López saliera de la Embajada y viajara a España se haya hecho sin la determinación y dirección del Ministerio de AAEE y personalmente de la ministra. El encuentro de López con el presidente Sánchez en Madrid y la posterior rueda de prensa del político venezolano refuerzan lo que digo. No ha habido diferencias, sino perfecta sincronía entre el embajador y el Gobierno de España, como no podía ser de otra manera.