DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Jorge Ortega Morán

La naturaleza del nacionalista

Ningún nacionalista piensa, habla o escribe sobre nada que no sea la superioridad de su propia entidad. La menor crítica a su grupo o cualquier elogio a una organización rival lo llenan de desasosiego que sólo puede aliviar dando réplica. Y en ésta siempre se atribuirá una superioridad no sólo política, sino también en materia cultural (arte, literatura, música, etcétera), en el deporte, por su puesto en lengua, y hasta en belleza física de los habitantes de su nación, en el clima, en el paisaje y por último -pero no por ello menos importante, sobre todo en estos tiempos- en gastronomía: el ya consabido "como en mi tierra no se come en ninguna parte" ha cogido dimensiones de una brutal indigestión. Con el tema banderas el nacionalista se muestra especialmente picajoso, sobre todo a la hora de la izada, colocación y disposición de la enseña que adora, bajo cuyo tremolar ignorará las similitudes entre conjuntos de hechos similares. Porque para un nacionalista las acciones se consideran buenas o malas no por sus méritos, sino según quién las lleve a cabo. Y con los hechos históricos aplican la máxima de que la historia es el pensamiento de la mayoría (o de los vencedores: no hay más que recordar la historia de España que nos daban a estudiar en los colegios de este país por ejemplo a los de mi generación), de manera que las atrocidades pueden quedar convertidas en actos moralmente neutrales e incluso meritorios al pensarse que fueron llevados a cabo por una "buena" causa. El nacionalista no sólo no reprueba las atrocidades cometidas por su propio bando, sino que hace gala de una notable capacidad para no oír siquiera hablar de ellas. En su pensamiento hay acontecimientos que son a la vez verdaderos y falsos, sabidos y desconocidos. Todo nacionalista acaricia la idea de que el pasado puede ser alterado. Es la manera que tiene para justificar el delirio y la paranoia con la que vive -lo malo es que quiere imponerlo a los demás- su fantasioso presente.

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