Manuel Alfonso Rincón

Hay paraguas y paraguas

Ahora resulta que el cambio climático es volver a la lluvia y al frío que vivimos los mayorcitos en los 50-60 (riadas de Valencia-57 y Sevilla-48 y 61), con un invierno que es invierno, las calles insufribles incluso a las tres de la tarde, cambios de calcetines a cada rato y las manos anunciando sabañones (jovencitos, busquen en internet: son una gozada).

Como Greta nos perdonó la bronca tras no ser capaces de acordar nada-nada después de 50 millones y de su heroico viaje en catamarán / tren de Extremadura (a la ONU y a Davos sí se las ha echado), la ciencia infusa de Sánchez e Iglesias ha hecho que el papel de los paraguas se extienda con toda naturalidad. Es el caso de que a un delincuente, Torra, la autoridad administrativa (la Junta Electoral Central) y las judiciales, el Superior de Cataluña y el Supremo, le dicen que tiene una condena y el Gobierno, y sobre todo la ministra de Defensa, tan formalita ella, tantos años directora de la Seguridad del Estado ¡y magistrada del Supremo!, añade: “Bah, cumplir una sentencia, qué tontería”. ¡Eso sí que es un paraguas, el del Sr. Torra!: ¡Greta, ven y diles algo, porfa, que los paraguas son, y deben ser, sólo cosa tuya! 

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