Es lo que están observando los países europeos de nuestro entorno, de cómo los partidos políticos que conforman la tendencia más peligrosa de fraccionar a España han utilizado los medios más sofisticados, e incluso ilegales, para conseguir que predomine su obsesivo deseo de arrogarse de forma vergonzante la representación de la totalidad del pueblo de Cataluña, cuando sólo se trata de menos de la mitad de su censo oficial. Ahora el señor Pere Aragonès, presidente del Gobierno catalán, se ha inventado una nueva puerilidad política en connivencia con el señor Sánchez, como ha sido la de establecer una "mesa provocadora de dialogante dilación, sobre conceder la amnistía a políticos condenados por la justicia". Como la independencia y la república que esta gente han decidido ha sido una auténtica pantomima, como hemos podido comprobar, el Gobierno de España debe poner en funcionamiento, a través del Tribunal Supremo, los artículos de nuestra Constitución, que han sido atropellados. Vaticino un mal final para los responsables de este desaguisado, que por orgullo personal no darán marcha atrás. Pero la ley no puede ser transgredida de forma tan provocadora.