Es cierto que en todos los partidos se han dado casos de engaños, mentiras, corrupciones y diversas trapacerías, incluidos, por supuesto, Podemos y otros regeneradores de la política nacional, pero lo que está ocurriendo con este Gobierno socialcomunista sobrepasa todo lo ocurrido hasta la fecha. Los ciudadanos asistimos perplejos a mentiras diarias sobre el número real de fallecidos por el Covid-19, tal como si se produjeran milagrosas resurrecciones.

Vemos cómo todo un ministro del Interior –y anterior juez, para más inri– pretende saltarse el secreto sumarial de una colega de su anterior función y cesa a un guardia civil por negarse a incumplir la ley. Comprobamos cómo un vicepresidente que visita a golpistas en las cárceles y es uña y carne de herederos de terroristas se dedica a dar mítines, dentro y fuera de España, acusando de querer dar un golpe a los que dicen lo que todos los ciudadanos saben.

Mientras tanto, un actor que hace de presidente del Gobierno da vivas al 8-M en pleno Congreso, aunque su mujer y varias de sus ministras se contagiaron y contagiaron a otras personas en esa manifestación. ¡Y cuando se demuestran con pelos y señales todas sus mentiras, incompetencias e irregularidades, ni siquiera se sonrojan!