De todas las virtudes, la más abierta e insistentemente promocionada por la Ilustración es sin duda la tolerancia, esa disposición a convivir armoniosamente con personas de creencias opuestas a las nuestras y a respetar formas de vida distintas. No es suspender nuestro juicio acerca de creencias y conductas, sino renunciar a utilizarlo como fundamento de persecución. Nunca es la resignación del impotente, sino la restricción voluntaria del poderoso. Tampoco es la tolerancia la simple indiferencia ante lo que ocurre a nuestro alrededor ni mostrarse indulgentemente cómplice con crímenes y desafueros. Hace falta mucha más tolerancia en España. Por parte de todos. Es la herramienta perfecta para que sucumban los integrismos, extremismos, radicalismos, sectarismos. Y hay que ejercerla y aplicarla con tolerante firmeza. 

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