Es indigno tener que soportar (gracias a sus sucesivas directivas) que un club deportivo barcelonés, catalán y español colabore impunemente, como instrumento, altavoz y plataforma frente al mundo, con quienes insultan, se movilizan y siembran el enfrentamiento contra España y el resto de españoles. Y es indigno que todo ello se realice con la práctica anuencia de nuestras autoridades políticas y deportivas, que se muestran cobardemente incapaces de sancionar como se merecen dichas actitudes, pero que resultan muy diligentes cuando se trata de condenar a deportistas o clubes modestos por hechos de menor relevancia.
Bien sabemos que las ensoñadoras ansias de independencia con que dicho club tanto colabora son en realidad puro cinismo respecto a sus lucrativos intereses, pues su cumplimiento implicaría la imposibilidad de mantener los fichajes supermillonarios de sus jugadores, que se verían relegados a jugar en una liga nacional catalana con equipos de muy inferior categoría. Pero lo coherente, si tanto asco y repulsa les damos, es que se fueran a jugar en la Liga francesa y que vivan de los dineros que generen entre nuestros vecinos. Que más vale honra y dignidad sin Barça que soportar a este Barça al alto precio de nuestra dignidad.
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