Tomás Díez

La verdad no debería ofender

Se dice de una cosa que es verdadera cuando puede demostrarse su certeza. Esto es fácilmente comprensible para cualquiera, pero parece no serlo para los dirigentes de los partidos políticos, sus afiliados y, lo que es peor, muchos de sus votantes. Tenemos multitud de ejemplos, pero, centrándonos en los últimos casos, si Pedro Sánchez prometió al presentarse a las elecciones que nunca sería presidente de un Gobierno de coalición con los populistas y el apoyo directo o indirecto de independentistas y/o filoterroristas, y ahora alguien se lo recuerda, éste es inmediatamente tachado de ser un fascista de extrema derecha.

Y sin embargo, no está diciendo nada más que la verdad. Lo dijo. Igual podemos decir del señor Iglesias, que ha presumido, y presume con toda la legitimidad del mundo, de ser un comunista convencido, si alguien le recuerda lo que dijo sobre lo bonito que era vivir en un piso en Vallecas y hablar con su quiosquero todos los días, y que ahora vive en un magnífico chalé en Galapagar con todo su derecho –hay que decirlo–. No puede esperar más que se le tache de todo lo peor. Y así podíamos seguir. ¿Por qué es malo decir que el Gobierno de Sánchez (socialista) con Iglesias (comunista) es un Gobierno socialcomunista? ¿Por qué? Es verdad, y la verdad, no debería ofender a nadie. Lo que debería ofender, y de hecho ofende, a cualquier persona decente es la mentira.

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