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Andalucía y el laberinto catalán

Andalucía aspira a convertirse en la segunda región española en PIB por delante de Cataluña, un objetivo que la deriva independentista hace viable

Desde que llegó a la Presidencia, a principios de 2019, Juanma Moreno ha proclamado como de sus objetivos prioritarios que Andalucía se convierta en el plazo de dos o tres legislaturas en la segunda región de España en PIB sólo por detrás de Madrid. El presidente andaluz lo reiteró cuando anunció, hace un par de semanas, su ambicioso programa de reducción de impuestos con un llamamiento expreso al empresariado catalán para que trasladase sus sedes sociales y centrase sus inversiones en Andalucía. La región, según Moreno, ofrece un régimen fiscal favorable y una situación de estabilidad social y política que Cataluña perdió hace ya mucho tiempo. "Aquí", dijo Moreno en su llamamiento, "nadie quiere hacerse independiente porque estamos orgullosos de nuestra identidad andaluza y española". Lógicamente en esta afirmación hay una fuerte carga política e ideológica. Pero tras ella late una realidad evidente. Cinco años después del referéndum ilegal, la deriva independentista se ha traducido en una pérdida real de influencia de Cataluña en el resto de España y en Europa. La situación económica, social y política de esa comunidad se ha deteriorado hasta extremos que es muy difícil que pueda revertir en el corto o medio plazo. Cuando se intentó asaltar la legalidad constitucional muchas empresas trasladaron su sede fuera de Cataluña. Ninguna o muy pocas han encontrado razones para volver. Los últimos episodios de división en el independentismo y la crisis permanente del Gobierno en el que malviven dos fuerzas que no ocultan su odio ofrecen un retrato poco atractivo de una comunidad que hace no tanto era un modelo de modernidad y de progreso. Que Andalucía se haya puesto como objetivo alcanzarla en creación de riqueza y en fortaleza empresarial es comprensible y deseable. No se trata de una competencia sin sentido entre diferentes territorios del Estado. Se trata de aprovechar las oportunidades que se le presentan a una región, la nuestra, a la que le han negado históricamente las palancas de desarrollo.

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