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Una Andalucía leal a la democracia española

El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, renueva el compromiso de Andalucía contra el independentismo

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, aprovechó ayer la visita del rey Felipe a Sevilla para recalcar que Andalucía "está lista para asumir un papel protagonista en España y en Europa ante escenarios como el Brexit, el independentismo o el fenómeno de la inmigración". De esta forma, el jefe del Gobierno andaluz renovaba, como no podía ser de otra manera, el compromiso de lealtad y fidelidad que, desde hace siglos, tiene nuestra tierra con el conjunto de España, un país que en los últimos tiempos vive momentos difíciles por la fragmentación partidaria y, sobre todo, por el órdago soberanista catalán, que se ha convertido en un foco constante de malestar en la política española. España no se entiende sin Andalucía y viceversa. Esta unión se renovó, e incluso se estrechó, con la llegada de la Democracia en 1978. Andalucía, cuyo sentimiento autonomista quedó muy claro desde los primeros años de la Transición y que condicionó el posterior desarrollo del Estado autonómico durante las siguientes décadas, ha demostrado que el ejercicio del autogobierno más ambicioso no significa ni mucho menos desafección hacia el conjunto de la nación. Más bien al contrario: la autonomía andaluza ha sido garantía de la unidad nacional, tanto desde el punto de vista territorial como también del económico y social.

Las casi cuatro décadas de gobiernos socialistas pueden ser criticables desde varios puntos de vista -algunos de los cuales se han nombrado en estas páginas- pero entre éstos no se encuentra el de ninguna veleidad soberanista. Nadie duda de que el nuevo Gobierno de PP-Cs seguirá esta senda. Andalucía no necesita ninguna excusa nacionalista o historicista para ejercer su autogobierno y cualquier intento de limitarlo sería una ofensa no sólo al pueblo andaluz, sino al español en su conjunto. Aunque el conflicto catalán se encuentra en punto muerto, a la espera de lo que suceda en el inminente juicio a los políticos catalanes por su actuación en el referéndum ilegal del 1-O, tarde o temprano volverá a reactivarse y, probablemente, habrá negociaciones entre las administraciones central y autonómica. Es ahí donde Andalucía deberá volver a jugar el papel de garante de la mayor igualdad posible entre todos sus territorios y, por tanto, entre todos sus ciudadanos. Sólo una tierra como la nuestra, que ha demostrado saber conjugar la conciencia autonomista con la lealtad al conjunto, puede hacerlo.

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