Bioclimatizar, más una obligación que un lujo

Es incomprensible que en Andalucía existan todavía muchos centros escolares sin las mínimas condiciones de climatización para el verano

Las urgencias de la pandemia de coronavirus han hecho que olvidemos otros importantes retos que tiene planteados la humanidad a medio y largo plazo. Quizás el más importante es el de la degradación del planeta y el cambio climático, asuntos que hay que retomar con la máxima celeridad una vez que ya vemos el final del túnel. No sólo se trata de tomar medidas para, en lo posible, aminorar una inevitable subida de las temperaturas, sino también de prepararnos para una realidad que será especialmente dura en los meses de verano. Para Andalucía este problema no es menor. Por nuestra ubicación en el planeta, el cambio climático se cebará especialmente con nuestra autonomía. De hecho, como ya dicen muchos especialistas, el desierto del Sahara hace tiempo que empezó a cruzar el Estrecho. Por tanto, no hay tiempo que perder para prepararnos para un entorno climático aún más caluroso que el actual, de ahí que cobren especial relevancia medidas como la de la Consejería de Educación y Deporte, que en su el Plan de Infraestructuras Educativas 2020-2027 ha incluido 400 actuaciones de instalación de sistemas de refrigeración adiabática y placas solares fotovoltaicas en centros públicos andaluces por valor de 140 millones de euros. Resulta incomprensible que en Andalucía existan todavía muchos centros escolares sin las mínimas condiciones de climatización para el verano: patios duros sin sombra ni árboles, cubiertas de materiales que convierten las aulas en hornos, inexistencia de protocolos para las olas de calor... Por eso, inversiones como ésta servirán para mejorar una realidad que parece más bien de un país tercermundista. Asimismo, habría que animar a todas las administraciones para que hagan un esfuerzo en la bioclimatización no sólo de sus edificios, sino también de los espacios públicos. Por desgracia todavía hoy vemos proyectos de plazas y calles que se ejecutan sin tener en cuenta el escenario del cambio climático, zonas donde el verde y el agua brillan por su ausencia. Bioclimatizar es más una obligación que un lujo. En apenas un mes el calor nos recordará por qué.

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