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El Covid y la ley del más fuerte

El acaparamiento por parte de EEUU de la producción de Remdesivir anticipa lo que puede pasar dentro de unos meses con la vacuna contra el coronavirus

Ha bastado que la comunidad científica haya expresado consenso sobre la eficacia del Remdesivir para el tratamiento de los enfermos graves de Covid-19 y la aceptación del mismo por parte de la Organización Mundial de la Salud para que la Administración de EEUU haya anunciado su intención de acaparar la producción mundial de los próximos meses. Haciendo honor a su lema de American first,la Casa Blanca anunciaba esta semana que el presidente Trump ha logrado "un acuerdo increíble" para asegurar el acceso de los estadounidenses a "la primera medicación autorizada" para hacer frente a la pandemia. Washington ha confirmado la compra de las más de 500.000 dosis disponibles para julio de este fármaco y se ha garantizado el 90% de las que la farmacéutica Gilead produzca en agosto y septiembre. Increíble quizás sea el adjetivo más adecuado para calificar la conducta de Trump, un presidente que hace gala de doble moral al acaparar el único medicamento contrastado contra la enfermedad mientras niega la gravedad con la que el virus azota su país debido sobre todo a su falta de capacidad para hacerle frente. Pero también resulta increíble la inoperancia de la OMS, no hablemos ya de la práctica desaparición de la ONU en la crisis más grave que atraviesa la humanidad desde 1945, y la falta de eficacia que está demostrando la Unión Europea para coordinar políticas eficaces contra la crisis. El hecho de que Bruselas no haya alzado la voz es un síntoma claro de la crisis de las instituciones europeas. Quizás lo peor de esta situación sea que lo que está pasando con el Remdesivir anticipa lo que puede pasar dentro de unos meses con la vacuna. Una vez que se consiga una que demuestre su eficacia, algo que según la mayor parte de los especialistas no está demasiado próximo, la lucha por ser los primeros en administrarla de forma masiva se dibuja inquietante. Trump acaba de demostrar que en su papel de primera potencia menguante está dispuesto a arrasar con lo que sea y a demostrar que para él las reglas no existen. Si esta forma de actuar se impone, y no hay datos que permitan adivinar lo contrario, el coronavirus volverá a demostrar que la ley del más fuerte es la única que de verdad se impone en el mundo.

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