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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Europa debe permanecer unida en la negociación

El Reino Unido intentará llevar las negociaciones del 'Brexit' al plano bilateral. Los países de la UE deben evitar esta trampa

Una vez que el Reino Unido ha presentado en Bruselas la que ya se conoce popularmente como la carta de divorcio, se inicia un largo periodo de dos años de negociaciones que a buen seguro no van a ser fáciles y que estará repleto de momentos tensos entre los británicos y los representantes de la Unión Europea (UE). Por lo pronto, ya hay un claro desacuerdo en qué negociar primero. La diplomacia británica pretende que se desarrollen paralelamente dos mesas: una en la que se traten los nuevos acuerdos que regularán las relaciones entre el Reino Unido y la UE; y otra en la que se hable sobre cómo se van a disolver los lazos actualmente existentes. Ante esto, Europa ya ha salido con una voz clara y contundente: primero hay que hablar de cómo se va a ir el Reino Unido de la Unión y, sólo después, se podrá empezar a negociar las nuevas relaciones. Otro de los puntos de fricción es cuánto debe pagar Londres antes de abandonar la Unión Europea para cumplir con las obligaciones ya adquiridas. Los cálculos de Bruselas apuntan a unos 60.000 millones de euros, cifra que es rotundamente discutida al otro lado de la mesa. La tensión, cuando las partes apenas se han sentado a hablar, ya es máxima, como prueba la disparatada amenaza de los británicos de vincular los acuerdos en seguridad a los pactos comerciales, como si el Reino Unido -a la vista de los últimos acontecimientos- no fuese el primer interesado en crear un entorno lo más seguro posible. Como definió muy bien el pasado miércoles el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, éstas son unas negociaciones en las que no va a ganar nadie y de lo que se trata, simplemente, es de minimizar en lo posible los efectos nocivos del Brexit.

Muy probablemente, la eficaz y brillante diplomacia británica intentará dividir a los países europeos, llevar en lo posible las conversaciones al plano bilateral, evitar y ningunear a las altas autoridades europeas. Por mucho que los mandatarios británicos, todos ellos firmes defensores del Brexit, digan que desean que la de la UE sea una historia de éxito, no hay que ser muy perspicaz para adivinar que, a partir de ahora, los intereses británicos pasan por una UE débil y dividida que permita la máxima influencia británica. Los países europeos no deben caer en la trampa y permanecer unidos durante todo el proceso negociador. Lo contrario sería un inmenso error y daría la razón a aquellos que creen que la UE es una entidad sin futuro.

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