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PP y PSOE: el difícil reto de la regeneración

Si se quiere evitar el fantasma del populismo, ambas formaciones tienen que iniciar una profunda renovación

Aunque en circunstancias muy diferentes, los dos principales partidos del sistema político español, PP y PSOE, afrontarán en 2017 sendos congresos que serán fundamentales a la hora de marcar tanto los liderazgos como las principales líneas estratégicas e ideológicas para los próximos años. Si cualquier congreso siempre es importante en la vida de un partido político, los próximos que se celebrarán -el del PP en febrero y el del PSOE, probablemente, en verano- serán fundamentales para la continuidad del sistema político iniciado en 1978. Téngase en cuenta que también en este ejercicio celebrará su congreso la formación que propugna la demolición del actual orden constitucional, Podemos, a la que los datos de la última encuesta del CIS ya colocan por encima del Partido Socialista, aunque todavía muy lejos de convertirse en alternativa de gobierno.

Si queremos evitar el fantasma del populismo, tanto el PP como el PSOE tienen la obligación de que sus congresos se conviertan en el inicio de una profunda regeneración que sirva tanto para actualizar mensajes y cuadros como para acabar con algunas inercias que han provocado la enorme desafección con la que los ciudadanos ven actualmente la política y a los políticos. De nada servirá esta vez hacer retoques cosméticos o seguir la teoría gatopardiana del "que todo cambie para que no cambie nada". Hasta ahora, la sociedad española ha dado un cierto voto de confianza el sistema del 78, pero en cualquier momento se puede producir un giro inesperado como en EEUU o Gran Bretaña. En la mano de ambos partidos está el evitarlo.

Especial responsabilidad tiene el PP, actual partido en el poder y que no ha sido tan castigado por las urnas como el PSOE. La formación de centroderecha se equivocaría gravemente si creyese que su escasa victoria electoral es un cheque en blanco para seguir con algunas inercias perversas. Más que un problema ideológico -sus políticas y mensajes son los esperados en un partido de su espectro-, el PP tiene un problema de praxis política, especialmente por su incomprensible pusilanimidad a la hora de penalizar los muchos casos de corrupción que han surgido en sus filas. En este sentido, urge ya un relevo importante en las cúpulas directivas.

Por su parte, el PSOE tiene un problema de mayor calado, ya que debe buscar un nuevo líder y un discurso que le diferencien nítidamente tanto de la izquierda populista como de la derecha, que haga oposición al PP, pero sin cuestionar el sistema. El PSOE, digamos, se juega el alma y la identidad. Su victoria o derrota lo serán también del régimen constitucional.

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