Los errores cometidos en la elaboración y aprobación de la conocida ley del sólo sí es sí han dejado abierta una brecha entre los aliados del PSOE en el Gobierno de Pedro Sánchez. La cautela de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en este asunto -evitó tildar de machistas a los jueces y fiscales españoles- ha sido criticada con descalificaciones por parte de Podemos, lo que confirma la ruptura dentro de la coalición electoral con la que los morados e Izquierda Unida se presentaron a las pasadas elecciones generales. Tanto que es posible que Podemos no se una a la candidatura que impulsa Yolanda Díaz, Sumar, a pesar de que fue el anterior líder de los morados, Pablo Iglesias, quien la promocionó para ese liderazgo. No es el momento de valorar esta ruptura a la izquierda del PSOE, sino las consecuencias que tendrá en el Gobierno las desavenencias entre Yolanda Díaz y las ministras de Igualdad y de Asuntos Sociales, Irene Montero e Ione Belarra. Hasta ahora, la parte de Unidas Podemos del Gobierno ha actuado como un compartimento estanco, de tal modo que la ley del sólo sí es sí o la de las personas transexuales -ésta, en tramitación- han sido publicitadas como leyes de los morados, lo que ha sido un error porque se tratan de textos transversales que afectan al Código Penal y al Civil, por lo que requerían de la intervención de otros ministerios. Si Yolanda Díaz, que también es vicepresidenta tercera, ha sido la interlocutora del PSOE en la coalición, cabe preguntarse cómo se coordinará el Gobierno ahora que la ruptura con Irene Montero es total. Se corre el riesgo de que las ministras de Podemos intenten ir por su cuenta el año que queda de legislatura, y esto es algo que se debe evitar por todos los medios, sin descartar la salida del Ejecutivo de alguna de ellas si se diese un problema de falta de confianza. El Gobierno es un órgano colegiado, pero los ministros son elegidos por el presidente, que es el que debe velar por la unidad de acción del Ejecutivo.