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Un discurso real lleno de contenido

El Rey no ocultó el problema de Cataluña e hizo una certera defensa de los logros de la sociedad española

La noche del 24 de diciembre muchos españoles suelen congregarse en torno al televisor para escuchar el discurso anual del Rey. Este gesto tiene, normalmente, más de costumbre y tradición familiar que de inquietud política y social. Por su propia naturaleza altamente institucional, el discurso del Monarca suele ser muy genérico y despolitizado, incluso a veces eufemístico, de manera que pueda ser compartido por casi todos los españoles. No se puede pedir otra cosa de quien es el Jefe del Estado. Sin embargo, los graves problemas que vive España en los últimos tiempos están haciendo que el discurso real de Nochebuena adquiera cada vez más importancia e interés. El de este año ha sido un ejemplo claro. Felipe VI, quien no ha tenido precisamente un inicio de reinado fácil (crisis política y territorial, caída de la popularidad de la Corona, etcétera), ofreció a los ciudadanos una alocución llena de contenidos donde no se ocultó el principal problema político-territorial que tiene el país: Cataluña. El Rey pidió a todos "voluntad de entendimiento para integrar nuestras diferencias territoriales". Eso sí, como no podía ser de otra forma, siempre dentro de la Constitución. Algunos, torticeramente, han intentado ver en este tono conciliador del Monarca una evolución interesada para "hacerse perdonar" su gran discurso del 3 de octubre de 2017. Nada más lejos de la realidad. Aquella ya lejana noche, el Monarca hizo lo que debía, salir en defensa del Estado en unos momentos en los que una minoría había decidido volarlo sin ningún tipo de respeto a la legalidad vigente. Fueron las palabras de un Rey al frente de una nación preocupada ante la impericia de la clase política para resolver el problema. Las de la pasada Nochebuena, sin embargo, fueron palabras para un nuevo tiempo en el que se abren posibilidades de diálogo siempre que se respete la Constitución y la soberanía del conjunto de los ciudadanos. En ambos discursos el Rey acertó.

Pero ni mucho menos todo fue Cataluña. Especialmente certero estuvo el Monarca al reivindicar la España de hoy, un país que ha sido construido con el esfuerzo de todos durante cuarenta años de democracia, el periodo más brillante y próspero de nuestra historia. Un país, como señaló Felipe VI, con una sanidad envidiada en el mundo; con una educación que, pese a sus carencias, garantiza la movilidad social; con infraestructuras innovadoras y, sobre todo, con una sociedad moderna y madura. A todos nos corresponde no malgastar este enorme caudal que aún atesoramos.

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