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Editorial

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Un mensaje para recuperar la confianza

El Rey marcó el camino. Ahora debe ser el Gobierno el que concrete las acciones para que se restablezca la ley en Cataluña

Los acontecimientos de Cataluña en los últimos tiempos habían sumido a la sociedad española en un cierto pesimismo al ver que siglos de historia de la nación española y cuarenta años de convivencia democrática estaban a punto de saltar por los aires debido al golpe de Estado perpretado por la Generalitat. Sin embargo, el discurso que pronunció el rey Felipe VI sirvió para devolver al país la confianza en que la legalidad será restituida en Cataluña y el país superará esta dura prueba, la más dura que ha vivido nuestra democracia desde el 23 de febrero de 1981.

No fue el discurso de Felipe VI uno de esos textos protocolarios e insulsos que se suelen esperar de los monarcas y de las altas instituciones del Estado. Muy al contrario, el Monarca, consciente de que "estamos viviendo momentos muy graves", fue desde el principio núcleo de la cuestión para remarcar su compromiso con "la unidad de España, la defensa de la Constitución y el respeto a la ley". Asimismo, señaló muy claramente dónde se encuentra la principal responsabilidad de lo que está ocurriendo en Cataluña y acusó a los que se han apropiado de las instituciones históricas de esta comunidad de "deslealtad inadmisible" y de "dividir a la sociedad catalana" al "fracturar la convivencia". Sin decirlo explícitamente, el Monarca ha dado un cheque en blanco al Gobierno de la nación para que intervenga en Cataluña y reinstaure el orden constitucional y la autoridad del Estado, que ayer, con motivo de la huelga general convocada por entidades independentistas, había desaparecido por completo en esta comunidad autónoma.

El Rey era consciente de cómo el relato independentista estaba calando en la hipersensible opinión pública nacional e internacional después del torticero uso de las imágenes de las duras cargas policiales del pasado 1-O, que habían conseguido ocultar lo que es evidente y mucho más grave: que la Generalitat ha vulnerado las normas más elementales de la democracia. Con su intervención de ayer, dio un mensaje muy claro a la comunidad internacional: España es un país democrático de primer nivel y tiene el derecho y la obligación de frenar una rebelión que atenta contra su estabilidad territorial, social, política y económica.

El Rey marcó este martes el camino a seguir y ahora corresponde al Gobierno concretar las acciones para que se restablezca el orden constitucional y la democracia en Cataluña. La oposición debe cerrar filas con el Ejecutivo. Es el momento de la unidad.

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