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La peligrosa deriva de la política madrileña

Agitar los fantasmas del comunismo y el fascismo para meter miedo al electorado, como está ocurriendo en Madrid, es una estrategia tan vil como peligrosa

Pese a que nadie niega la importancia que tiene la ciudad de Madrid, capital política y económica de España, sí llama la atención el protagonismo que todos sus asuntos están adquiriendo en los últimos tiempos. Es difícil ver un informativo de televisión -que se suponen que son nacionales- en el que no se dedique una buena parte del mismo a asuntos internos de la Villa y Corte. Esta tendencia, que a veces llega ser irritante y contraproducente para la imagen de esta importante y apreciada ciudad española, se ha disparado en los últimos tiempos con la sorpresiva convocatoria de elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid. La política madrileña lo está inundando todo y muchos andaluces saben más de los problemas del hospital Zendal que de los de su ambulatorio más cercano. Además, los ciudadanos españoles tenemos que asistir a una de las precampañas electorales más crispadas que se han visto en los últimos tiempos y que empieza a envenenar la vida política nacional. Especialmente censurable está resultando la utilización de viejos fantasmas para movilizar a los electorados. Así, vemos cómo la derecha pretende mostrar a los partidos de izquierda como una reedición del comunismo de siempre; mientras la izquierda acusa a los partidos de derecha de pretender resucitar el fascismo. En un país como España, con una relativamente reciente Guerra Civil que costó millones de muertos, exiliados y represaliados, acudir a estos falsos argumentos es una estrategia tan vil como peligrosa. En honor a la verdad, el único candidato que hasta la fecha está manteniendo un tono sereno es el socialista Ángel Gabilondo. En Andalucía deberíamos tomar buena nota para no repetir estos errores en las futuras elecciones autonómicas. Aunque de una manera un tanto impostada, el presidente Juanma Moreno elogió ayer excesivamente al que probablemente sea el futuro candidato socialista, Juan Espadas. No se pide tanto. Basta con que cada uno defienda sus ideas y planteamientos con firmeza, pero sin insultar al contrario. Y, sobre todo, sin recurrir a artimañas que sólo pretenden meter miedo en la población que ya demasiado tiene con la pandemia.

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