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Una pequeña victoria para Quim Torra

El presidente de España no tenía nada de qué hablar con Torra, un político amortizado que ayer intentó humillarle

Pedro Sánchez empezó ayer a pagar la deuda que tiene contraída con los independentistas de ERC, sin cuyos votos en el Parlamento no hubiese podido ser investido presidente del Gobierno. Sólo de esta forma se puede entender que el jefe del Ejecutivo de España haya escogido para su primera reunión con un presidente autonómico a Quim Torra, un líder que verbalmente sigue en rebeldía, marioneta política de un fugado como Carles Puigdemont, inhabilitado como diputado autonómico por la Junta Electoral Central por desobediencia y al que ya nadie le augura una vida política más allá de las próximas elecciones catalanas. Con Torra, sencillamente, el presidente de España no tenía nada de qué hablar, porque es un actor político claramente amortizado por los propios independentistas y porque no ha dado ni una sola señal de arrepentimiento por los gravísimos sucesos de octubre de 2017, cuando el soberanismo catalán forzó como nunca las costuras del Estado español, obligando incluso la intervención extraordinaria del Rey, hoy en el punto de mira del catalanismo.

Por tanto, la reunión de Sánchez ayer con el presidente de la Generalitat no tenía ninguna justificación más allá de los intereses políticos del presidente del Gobierno, que sigue necesitando de ERC para sacar adelante los próximos Presupuestos. En este sentido, es una pequeña victoria política de Quim Torra, que personalmente no le servirá para mucho, pero que da nuevo oxígeno a un independentismo que sigue dispuesto a mantener su pulso con el Estado. Torra consiguió que el encuentro pareciese una reunión bilateral entre dos presidentes iguales (con una compañía de honores de mossos formadas y todo) y colocó en los titulares la principal palabra que le interesaba: "Autodeterminación". Además, se permitió la chulería de regalarle a Sánchez un libro sobre derechos humanos. Por su parte, el presidente de España se limitó a sonreír y a prometer mejoras económicas y la ampliación de competencias. El procés no culminará con la independencia de Cataluña en un corto plazo, pero sí va a ser rentable para aquellos que no tuvieron ningún empacho en intentar volar nuestro orden constitucional.

Hemos dicho en alguna ocasión que Pedro Sánchez tiene el derecho y la obligación de intentar solucionar el problema catalán, que se ha convertido en una fuente permanente de problemas para España. Pero el diálogo no puede convertirse en un argumento propagandístico para los independentistas, que es lo que ocurrió ayer.

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