Editorial
Sí había causa
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La explosión de violencia desatada en algunas de las barriadas de La Línea de la Concepción más castigadas por el tráfico de drogas ha puesto en evidencia la necesidad de que las administraciones públicas, más allá del ámbito municipal, tomen nota de sus obligaciones con la ciudad. La primera medida pasa por aumentar los recursos humanos y materiales en el ámbito de la seguridad. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, puso su empeño en este marco desde que asumió el cargo a mediados de 2018 con el objetivo de recuperar el principio de autoridad ante los delincuentes. Los resultados saltan a la vista, con alrededor de 2.500 detenidos desde entonces en el marco del Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar, ampliado posteriormente a todo el litoral andaluz. Los incidentes, iniciados a raíz de la muerte accidental de dos hombres que participaban supuestamente en una operación de apoyo al narcotráfico, ponen en evidencia la capilaridad del mundo de la droga en una parte muy importante de la sociedad. El alcalde de La Línea ha puesto el acento estos días de forma franca y valiente en la dependencia del tráfico de hachís y del contrabando de tabaco que tienen buena parte de los habitantes de barrios como La Atunara o San Bernardo. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por tanto, necesitan de más agentes en el Campo de Gibraltar. Simultáneamente, hay que dar pasos en otras direcciones. En el ámbito legal es preciso un endurecimiento de las penas por narcotráfico y contrabando de tabaco. Además, la tenencia y el transporte de gasolina no autorizados deben ser considerados también un delito, no una mera falta administrativa. Pero todo ello sería inútil si las administraciones no desarrollan planes ambiciosos en la esfera social, desde el educativo al formativo para el empleo, pasando por el fomento del deporte entre niños y jóvenes o las terapias para personas con problemas de adicciones. El esfuerzo en esos ámbitos y en el asistencial no puede recaer en las ONG que trabajan sobre el terreno. Los episodios acaecidos en La Línea pueden repetirse en cualquier momento si no estamos preparados.
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