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Tribuna

Jesús JORDANO FRAGA

Catedrático de Derecho Administrativo

Expiación socialista

Si la condena se ratifica por el Constitucional y por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos -lo que es previsible-, ¿qué excusa quedará para justificar lo injustificable?

Expiación socialista Expiación socialista

Expiación socialista / rosell

Este martes 26 de julio de 2022 ha visto la luz el fallo que condena a altos ex dirigentes del socialismo andaluz. Quiero destacar que, según ha trascendido, la condena por prevaricación de los ex presidentes Griñán, Chaves y varios de sus consejeros habría sido unánime, en tanto que la de malversación ha sido por mayoría. Dos juezas defendían absolver a Griñán de malversación.

Parece que en el socialismo andaluz hay una tendencia a justificar o quitar importancia a la gravedad del fallo. Así se acusa de parcialidad al Tribunal Supremo o se destaca que se ha producido por mayoría. Si la condena se ratifica por el Tribunal Constitucional y por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos -lo que es previsible-, ¿qué excusa quedará para justificar lo injustificable?

Creo que la condena a los ex presidentes Chaves y Griñán es la condena a una época. Una época en la que los máximos dirigentes de la Junta de Andalucía se han creído por encima de la Ley en una suerte de absolutismo prepotente y ciego. Llama la atención en el caso la existencia de reiteradas denuncias del interventor general Manuel Gómez sobre la falta de controles en la concesión de las ayudas sociolaborales y a empresas en crisis que daba la Consejería de Empleo y abonaba IDEA; se había denunciado que esa irregularidad podía facilitar fraudes. Manuel Gómez, como interventor general, ordenó que se realizara el informe adicional en el que se advertía de las irregularidades detectadas en la elaboración del presupuesto y ejecución del programa 31L para las ayudas sociolaborales. Precisamente la Audiencia absolvió a Manuel Gómez porque la concurrencia de dolo era "incompatible con la denuncia reiterada que realizó en los sucesivos informes de las irregularidades detectadas". La Intervención comunicó en un informe a Empleo "un fraude de ley" en el sistema de ayudas de los ERE. Específicamente a la Consejería de Empleo se hizo llegar el informe adicional sobre el ejercicio de 2003, en el que se denunció que se estaban dando subvenciones "prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido".

Si no hubiera prevaricación existiría negligencia grave o culpa in vigilando -por no vigilar las tropelías-, in omittendo -por no hacer si es que tuvieron noticia del despropósito- o in eligendo -por elegir manifiestos inútiles-. Durante diez años se concedieron ayudas sin control por valor de unos 680 millones de euros. Chaves y Griñán ampliamente adulados por quienes les rodearon perdieron la noción de la realidad. La responsabilidad política es innegable.

Para mí la gravedad del caso viene dada por la negligencia en el gasto público y el coste de oportunidad. Es evidente que no se han robado 680 millones de euros que fueron a 6.000 personas (con célebres intrusos). Lo grave es que ese dinero se podía haber destinado a fines alternativos como la creación del mejor instituto andaluz de nanotecnología, grafeno o para mejorar la sanidad o potenciar el IBIs -creando un brutal instituto andaluz de biomedicina-, la formación profesional o en gasto social sobre las personas más vulnerables de las zonas degradadas de nuestras ciudades. Cualquiera de estas finalidades parece opción de gasto más sensata. Da escalofríos pensar en qué se podía haber gastado con sentido común. Uno tiene la sensación de que en España se ha tirado el dinero que no tenemos en gastos prescindibles como el plan E, los ERE, el bono cultural, o tantas ocurrencias impresentables.

La corrupción no ha terminado. Me temo que la corrupción es inherente a los sistemas democráticos. No se libra ninguna etapa histórica ni ningún país. Ha habido sonoros casos de corrupción en Italia, Francia, Alemania, Japón y Dinamarca. En cualquier caso, es mejor la democracia con sus problemas que la dictadura. Y mejor el bipartidismo con sus defectos (incluida la corrupción) que los extremos. Una fuerza socialdemócrata y una fuerza de centro derecha son esenciales en la estabilidad política y económica de nuestra democracia. Así ocurre en las democracias más avanzadas del mundo.

Es famosa la frase de Concepción Arenal Ponte «Odia el delito y compadece al delincuente». Nadie puede alegrarse de la desgracia o el mal ajeno de quienes han tenido en sus manos los destinos de Andalucía durante tantos años. Odiamos el delito pero compadecemos a los ex presidentes. Pero hay que tener la humildad de reconocer los errores y solicitar perdón. Después de dos condenas ya van tarde.

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