DIRECTO El resultado sobre la consulta de la Feria de Sevilla en directo

DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Tribuna

Pilar Mañas

Escritora

Felices masculinidades

Felices masculinidades Felices masculinidades

Felices masculinidades / rosell

Llueve sobre un Madrid reseco y sediento tras un verano infernal de temperaturas extremas e inusuales. Llueve y los árboles del Parque del Oeste casi sonríen con ironía al paso de los escasos caminantes que podemos dedicar un buen tiempo al paseo ("el mundo trabaja a esta hora de la mañana" me digo). Oigo las voces de los niños en el patio de algunos colegios de la zona e incluso los he visto entrar a primera hora aferrados a la mano de madres y padres para la nueva normativa del "periodo de adaptación" en el que asisten con los hijos a las clases gradualmente para que los niños se vayan acostumbrando. Grupos de personas mayores se agolpan ya en los centros de mayores hasta hace nada vacíos y tristes con actividades on line y distancias prescritas y guardadas por las mascarillas. Como los niños tienen las miradas alegres y brillantes al volver a encontrarse con los compañeros y compañeras de los talleres de antes de la pandemia. Son buenas noticias de la pequeña realidad, ver la vida seguir, aunque las malas noticias ocupen las primeras portadas de los noticieros y el duelo y los fastos funerarios por una reina nonagenaria de vida augusta y tiaras de brillantes, multimillonaria y su féretro engalanado por un gran boato y un protocolo que me importa nada respecto al orden en el que van sus herederos, todos poseedores de la mayor moralidad y ejemplaridad heroica de la historia de Gran Bretaña. Nunca me han importado los reyes, la verdad, y mucho menos en este siglo.

La guerra continua en Ucrania y de los civiles muertos ya no hay ni estadísticas y los mercados nos acogen con carteles nuevos en los alimentos para nuestro asombro con una carestía disparada. Los ciudadanos ya sabemos y nos vamos preparando porque nos preparan desde las altas instancias tanto nacionales como europeas para una austeridad energética además de que no podríamos pagar las altas facturas de gas y luz si seguimos sin un cierto control, aunque aun consumiendo mucho menos y controlando interruptores y franjas horarias se nos hayan disparado los precios. Y sin embargo por mi balcón se han colado buenas noticias mezcladas con el olor a lluvia. Tras la pérdida en un breve espacio de tiempo de varios magníficos hombres de mi escasa familia, (ciudadanos trabajadores, solidarios y hombres a los que hemos amado) han venido a sustituirlos cuatro bebés, hijos e hijas de los que han perdido a sus padres). Ya, ya lo sabemos me diréis con razón. La vida se abre camino y sigue y se cumple el ciclo natural. A mí me ha tocado en suerte también uno de ellos y por supuesto he llorado de alegría al tenerlo entre mis brazos. Pero esa no es la buena noticia, amigas. He recibido fotos y mi sorpresa es que, en las fotos, en casi todas, aparecen los bebés abrazados y atados a sus papás mientras las madres se reponen del esfuerzo o descansan entre las tomas y ellos los acunan y se sienten los hombres más felices del mundo y lo dicen las miradas serenas del que protege y quiera estar presente en la vida de sus hijos. He sentido una profunda emoción: padres presentes y fuera a partir de ahora del cine y de la literatura el abundante del trauma del padre ausente y la soledad de tantas y tantas mujeres que han criado solas y han dado pecho y biberones solas sin haber elegido esa soledad ni esa crianza. Creo que habéis entendido y no afirmo que sea así de una manera generalizada (ojalá) pero es el inicio de algo mucho más importante de lo que los medios de comunicación y la publicidad quieren admitir. Es más fácil situarse en el campo trillado del victimismo, o seguir realizando reportajes sensacionalistas y populistas. Sin embargo, ha comenzado una nueva masculinidad que entre todos deberíamos reforzar, prodigar, alabar y publicitar porque lo hemos logrado tras muchos años de lucha, sufrimiento y sacrificios. Hemos sido muchas las madres que decidimos extirpar como pudiéramos (y no ha sido fácil) los estereotipos machistas en nuestras propias vidas y les enseñamos a cocinar, a comprar, a cuidar a sus padres enfermos a compartir con sus compañeras una sexualidad igualitaria. Otra cosa es que algunos todavía no entiendan lo rica que puede ser su vida, y con una torpeza afectiva propia de otro siglo no comprendan que así los vamos a querer más y mejor y sus hijos e hijas sentirán que unos lazos casi superiores a los lazos de sangre les ha proporcionado la posibilidad de ser constructores de una sociedad más justa y feliz. Y la habremos construido entre todas y todos. De todos modos, nunca me han importado en exceso los torpes y ni siquiera las malas noticias pues el viento de la historia se lleva desde los virus hasta a los violentos. Sí, hacen daño, no lo vamos a negar, pero el progreso siempre los derrota. Hoy se me ha quedado cosida una sonrisa en el rostro: por el frescor de la lluvia y por algunos hombres jóvenes que me mandan fotos agotados y dormidos con sus bebes en el pecho. Seguramente las fotos se las han hecho sus compañeras algo sorprendidas. Yo felicito a esos valientes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios