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Tribuna

María Teresa Barea Martínez

Decana del Ilustre Colegio Notarial de Andalucía

Igualdad y libertad para todos

La contribución de los notarios a la lucha contra la discriminación de las personas vulnerables ayuda a hacer efectivos los valores de la igualdad y libertad

Igualdad y libertad para todos Igualdad y libertad para todos

Igualdad y libertad para todos / rosell

En el Estado de Derecho, los valores de libertad e igualdad se presuponen y necesitan mutuamente. Sin las condiciones adecuadas para la igualdad de oportunidades, el ejercicio de los derechos individuales puede convertirse en una quimera para los individuos que se encuentran en condiciones de mayor fragilidad. Y al contrario, la posibilidad de hacer un uso efectivo de la libertad individual resulta una condición sine qua non para aproximarnos a ese ideal de la igualdad de oportunidades. En el caso de las personas mayores, esa sinergia y correlación mutua entre libertad e igualdad se evidencia de forma muy nítida. Solo evitando que el envejecimiento se convierta en una puerta a la exclusión y promoviendo la igualdad en el ejercicio de los derechos por parte de las personas mayores cuando se relacionan entre sí o con quienes no lo son, puede garantizarse el disfrute efectivo de su libertad sin merma alguna de sus derechos civiles y, con ello, su plena dignidad como personas. Del mismo modo, solo la garantía efectiva de que los mayores puedan seguir siendo libres y autónomos en la última etapa de sus vidas hace real el desiderátum de igualdad y específicamente de igualdad jurídica que es consustancial al Estado de Derecho.

En el abordaje del desafío del envejecimiento -seguramente uno de los mayores desafíos de este siglo, fruto de los magníficos avances de la ciencia en las últimas décadas-, nuestra sociedad se juega, por tanto, la consumación de esos dos precitados ideales políticos esenciales: igualdad y libertad. Y este desafío es poliédrico, pues a su relevante dimensión socio-sanitaria se le unen otras dimensiones de gran trascendencia, como la económica y la jurídica. El bien jurídico protegido que debemos preservar no es solo la vida de la persona, sino también la vida del ciudadano, es decir, la vida de la persona mayor en el ejercicio de todos los derechos que le corresponden. Si tenemos en cuenta que en España hay nueve millones de personas mayores de sesenta y cinco años y otro millón más supera los ochenta y cinco, y que el descenso de la natalidad dibuja un escenario de envejecimiento progresivo de la población en los próximos años y décadas, resulta perfectamente entendible la magnitud del reto del que estamos hablando.

Los notarios nos sentimos directamente concernidos por este gran desafío. Cómo no estarlo cuando forman parte esencial de la función notarial el control de la legalidad formal y sustancial de los actos y negocios jurídicos que ante nosotros se formalizan, la labor previa de asesoramiento imparcial para que los ciudadanos presten su consentimiento de forma libre y debidamente informada y la tarea de prestar apoyo especial a las personas que, por razón de edad, enfermedad u otras circunstancias, tienen dificultad para expresar su voluntad. En el desempeño diario de esa labor que a los notarios nos compete, ocupan por tanto un lugar destacado las personas más vulnerables, y en particular los mayores. Yo empecé a ejercer el bello oficio de notario en un pueblo muy pequeño, de menos de dos mil habitantes, con una población con una edad media muy alta. Al llegar allí, pronto tomé conciencia de que mi día a día estaría marcado por un contacto muy directo y cercano con muchas personas mayores y empezó entonces a cobrar sentido para mí lo que, en palabras de los viejos maestros, es un notario: un jurista al servicio de la persona. El oficio de notario y el entero sistema de seguridad jurídica preventiva no se entienden sin esa esencial dimensión humana, sin esa labor de escucha y de consejo imparcial, sin esa necesaria empatía y creatividad para dar solución jurídica a las inquietudes y problemas que los ciudadanos nos plantean. ¡Qué precioso regalo y qué enorme responsabilidad es esa confianza que tantas personas depositan en nosotros!

Esta significativa contribución de los notarios a la lucha contra la discriminación y exclusión de las personas vulnerables supone asimismo una relevante contribución a la tarea común de hacer efectivos los valores de la igualdad y libertad. No lo olviden: al lado de los mayores y personas vulnerables y de los que quieran anticiparse a esa futura situación, escuchándoles y aconsejándoles, ofreciéndoles soluciones, certeza y seguridad, prestándoles apoyo en el ejercicio de su capacidad cuando lo necesiten, seguiremos estando siempre los notarios. Esa es nuestra función y nuestro compromiso, compromiso que renovamos con gran ilusión con motivo de la reciente celebración del Día Mundial del Notariado.

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