Tribuna

Francisco J. Ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Tiempo de rebajas para las previsiones económicas

Tiempo de rebajas para las previsiones económicas Tiempo de rebajas para las previsiones económicas

Tiempo de rebajas para las previsiones económicas

La preocupación por el deterioro de la situación económica se intensifica, pues en las últimas semanas se han publicado indicadores y nuevas estimaciones de crecimiento con los que se constata la intensificación de la desaceleración de la economía mundial, como consecuencia de las incertidumbres por la guerra comercial de Estados Unidos y China, el posible final abrupto del Brexit, el aumento de las tarifas arancelarias de Estados Unidos a la Unión Europea, y otros focos de inestabilidad mundial. Todos estos riesgos han determinado que los organismos internacionales reduzcan moderadamente sus previsiones de crecimiento para el año en curso.

En este marco de incertidumbres, en los últimos días se ha alcanzado un acuerdo preliminar entre China y EEUU, motivado por el interés de Donald Trump de evitar que el impacto negativo de la guerra comercial trascendiese negativamente a la economía norteamericana en un año electoral y ante las próximas compras navideñas. Pero los riesgos siguen vigentes porque, más allá de la guerra comercial, lo que alienta los enfrentamientos entre China y EEUU es el conflicto por la hegemonía tecnológica.

En la Unión Europea los indicadores adelantados detectan una fuerte desaceleración en septiembre, lo que induce a esperar un bajo crecimiento para este año. Una desaceleración con un protagonismo notable de Alemania, que previsiblemente haya entrado en recesión en el tercer trimestre como consecuencia de la caída de las exportaciones y por la difícil coyuntura del sector automovilístico. Por su parte, Italia está próxima al estancamiento, mientras que Francia mantiene una resiliencia en tasas bajas de crecimiento. Dificultades que se pueden acentuar con la subida de aranceles a diversos productos europeos por parte de Estados Unidos por valor de 7.500 millones de dólares, y que puede ser el inicio de una guerra comercial. Pero también en esta semana se ha alcanzado un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea que, a falta de la ratificación parlamentaria, desactiva los graves riesgos de un Brexit sin acuerdo, aunque no por ello sus efectos económicos vayan a ser intrascendentes.

En este contexto, la economía española sigue manteniendo un comportamiento diferencial respecto a sus socios europeos, aunque no inmune a la tendencia desaceleradora de su entorno. Una desaceleración que se viene observando desde hace dos años, pero que se intensificó en el segundo trimestre, en el que el PIB redujo su crecimiento al 0,4%, y que, a falta de datos agregados, se ha acentuado en los últimos meses en los que se observa un peor comportamiento del empleo, la caída de la inversión y la desaceleración del consumo, mientras que el ahorro ha aumentado de forma excepcional como expresión de la desconfianza en el futuro de consumidores y empresarios, y ello a pesar del aumento de los salarios, de que la renta familiar sigue creciendo, de que los beneficios empresariales se encuentran en niveles muy altos y de que los tipos de interés, próximos a cero, invitan a endeudarse.

El deterioro de la coyuntura reciente ha llevado al Gobierno a revisar la previsión de crecimiento del PIB al 2,1% para este año y al 1,8% para 2020, previsiones algo más optimista que otras estimaciones, como las del Banco de España (2 y 1,7% respectivamente), Funcas (1,9 y1,5%) o el BBVA (1,9 y 1,6%). Lo cierto es que existe una coincidencia generalizada en que continuará el proceso de desaceleración de la economía española, pero también que no se perciben riesgos de recesión en los plazos referidos, pues la inercia expansiva se mantiene y otros factores que provocaron la anterior crisis (elevada deuda privada, boom inmobiliario, debilidad del sistema financiero, déficit exterior) se han corregido, por lo que para que se iniciase una recesión tendrían que combinarse un grave deterioro del contexto internacional y que el miedo a la recesión se concretase en una fuerte caída de la confianza de empresarios y consumidores provocando una contracción de la demanda interna.

Más deben preocuparnos las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para los próximos cinco años, en los que continuaría la desaceleración hasta que la economía española llegue a su crecimiento potencial, que estima en el 1,5%, lo que no le permitirá disminuir el desempleo por debajo del 12,5% ni reducir el endeudamiento por debajo del 90% del PIB. Proyecciones que refuerzan las demandas del FMI y de los analistas económicos de abordar reformas estructurales que permitan aumentar la productividad y relanzar la actividad, lo que exige superar la parálisis política

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