Tribuna

Alberto Barciela

Periodista. Miembro de la Mesa del Turismo de España

Turismo, lugares comunes

Sin salud no hay turistas y sin turistas no hay turismo y sin turismo tenemos un grave problema que afecta a toda la geografía española y a múltiples sectores económicos

Turismo, lugares comunes Turismo, lugares comunes

Turismo, lugares comunes / rosell

La prueba de lo mejor no es lo mucho. En la pandemia hemos leído decenas de sesudos informes de administraciones, entidades privadas, consultorías, todos avalados por la pericia profesional, el prestigio y la capacidad de sus creadores. Coinciden en lo más y, en síntesis, proponen lo mismo.

La prudencia es sabia consejera, pero no arriesgar en los análisis sería reiterarse en la tiranía de las rotondas, dar vueltas para no llegar a parte alguna o no encontrar el desvío apropiado. Lo han hecho bien.

Sin salud no hay turistas y sin turistas no hay turismo y sin turismo tenemos un grave problema económico que, de manera transversal, afecta a toda la geografía española y a múltiples sectores. No hay viajeros si no hay seguridad médica, conectividad, ofertas, si no pueden atravesarse las fronteras o si se producen normas contradictorias. Nada más alejado de la realidad trotamunda que el confinamiento o la incertidumbre. Vivimos el contexto más desestabilizador, en el que una emergencia se sobrepone a otra emergencia. Ahora toca gestionar las amenazas sin crear más inestabilidad, con informes, normas o apreciaciones egoístas.

El Turismo se encuentra entre los cinco sectores claves a reinventar, junto a Sanidad. Industria. Consumo y Automoción. No sirve improvisar las respuestas. La carrera por la sostenibilidad -sinónimo de supervivencia- y la digitalización -aliada de la trazabilidad y mejora de los procesos- determinará la capacidad competitiva. Es necesario abordar la modernización con una perspectiva de superación, con respuestas definidas en ámbitos como la salud, el compromiso con el empleo, la omnicanalidad, la igualdad de oportunidades o el equilibrio ecológico. Habrá que hacer cambios estratégicos, impulsar proyectos tractores para el desarrollo, como la movilidad sostenible y una agroalimentación de nueva generación. Será preciso renunciar a posiciones ideológicas, ceder para buscar una simetría y una estabilidad entre los territorios -sol, playa, interior, verde, seca, España vaciada, destinos maduros- y la implantación del 5G.

Contamos con la generación mejor formada, con tecnología, empresas innovadoras y capacidad de respuesta. Hemos de impulsar un ecosistema emprendedor, que gire en torno al talento, que reconozca el esfuerzo, que respete al inversor y preserve los negocios. Hace falta músculo financiero para transitar este momento imprevisible, para resistir. Es necesario pensar que al otro lado de la orilla hay vida, con retos y nuevas oportunidades. No podemos equivocarnos por inacción, hay que seguir nadando entre la corriente del desastre. Pocas cosas parecen tan indudables como que la recuperación será parcial, desigual e incierta, pero posible.

Entre tanto, en la industria turística habrá que prepararse para lo que dicen todos los informes: cada vez será más importante conocer al viajero, sus demandas, las tendencias, las preferencias, los gustos, la adaptación a sus exigencias en el trascurso de la misma experiencia. Hay que conectarse con lo que procura el cliente, no pensar tanto en lo que se pretende vender como en ofrecerle lo que él espera recibir, entroncar con su motivación y sus posibilidades en cada momento: antes, durante y después del viaje o de la estancia. El nuevo entorno está creando nuevos hábitos de consumo y comportamientos, lo que debe suplirse son determinados intermediarios innecesarios y costosos, que ni invierten ni pagan impuestos en España.

De forma dolorosa estamos rompiendo con un modelo tradicional de negocio basado en los números masivos, en el bajo coste, en los jubilados, en muchos pequeños pocos. La oportunidad está en la transformación. Menos ha de ser más.

Forjar un nuevo modelo económico, más previsor y resistente a las crisis, ha de asentarse sobre bases firmes de nueva generación. Aparentemente cubiertas por la herrumbre de la rutina, subsisten ideas validas que nunca se han puesto en marcha. Los lugares comunes son un buen destino si resultan eficaces. Es hora de comenzar a sumar, para eso han de servir las ayudas europeas, además de ayudarnos a mantener los negocios de hosteleros y comerciantes, de las pymes y de las grandes industrias españolas en manos de empresarios nacionales.

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