Crónica del Jueves Santo Jueves Santo de memorias y esperas bajo la lluvia

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

Tribuna

Francisco Oliva Blázquez

Catedrático de Derecho Civil de la UPO

Universidad y recortes

El autor considera "injusto, injustificado y miope" los recortes en la financiación de las universidades andaluzas anunciados por la Junta y recuerda que la Universidad es la única institución que está en condiciones de formar a ciudadanos críticos y responsable

Estudiantes en el campus de la Universidad Pablo de Olavide

Estudiantes en el campus de la Universidad Pablo de Olavide / José Ángel García

Tengo la íntima convicción de que la crisis de la covid-19 ha sacado lo mejor de la Universidad pública, la cual ha demostrado a la sociedad lo mucho que es capaz de hacer y aportar en situaciones límite como las que estamos viviendo. Efectivamente, desde el día siguiente a la declaración del estado de alarma la comunidad universitaria se movilizó con el objetivo de conseguir finalizar el curso de la mejor manera posible y siempre bajo el lema, solidario por excelencia, de no dejar a nadie atrás. En un tiempo récord se realizó un tránsito vertiginoso desde la enseñanza presencial hacia la puramente virtual, lo cual ha permitido que las clases se hayan impartido a pesar del confinamiento y que el proceso de evaluación virtual se esté llevando a cabo dentro de una razonable normalidad. De esta forma, gracias al ingente esfuerzo del profesorado, el estudiantado y el personal de administración de servicios, se ha podido salvar el curso en medio de una situación que nadie podría haber imaginado jamás, poniéndose de manifiesto, una vez más, la fuerte resiliencia de la Universidad.

Por otro lado, un gran número de profesores universitarios ha redirigido su investigación a la enfermedad, a la pandemia y sus efectos, no sólo biológicos y sanitarios, sino económicos, sociales, jurídicos, o, entre otros, históricos, aportando reflexiones y soluciones que han servido para arrojar algo de luz en esta nueva sociedad abrumada por tanta incertidumbre y confusión. Se trata de lo que Muñoz Molina ha denominado, con todo acierto, como “el regreso del conocimiento” entre la niebla de la opinión.

Una vez pasado lo más crudo y dramático de la crisis sanitaria, muchos pensamos –quizás ilusamente- que en esta ocasión nuestra sociedad afrontaría la salida de la galopante crisis económica y social de una forma diferente, sin incurrir en viejos errores ni repetir recetas fracasadas basadas en recortes sanitarios y educativos. Sin embargo, acabamos de conocer que la Junta de Andalucía planea recortar 135 millones a las universidades andaluzas con la finalidad de dotar un nuevo Fondo de Emergencia Social y Económica contra la covid-19.

La cifra es demoledora, por cuanto representa aproximadamente el 10% del presupuesto de las Universidades para el año 2020 y, además, implica que éstas aportarán el 19% de los 700 millones con los que se dotará dicho fondo. Un sacrificio a todas luces desproporcionado que en un principio tendrá que afrontarse con los llamados remanentes de tesorería afectados, esto es, con los ahorros limitados de cada Universidad.

Francisco Oliva, catedrático de Derecho Civil de la UPO Francisco Oliva, catedrático de Derecho Civil de la UPO

Francisco Oliva, catedrático de Derecho Civil de la UPO / Antonio Pizarro

Pero más allá de estas cifras, que hablan por sí solas, el simple hecho de recortar en estos momentos la financiación de las Universidades es una medida tremendamente injusta, injustificada y miope. La única salida racional y socialmente aceptable a una crisis económica como la presente pasa por invertir los limitados recursos con que cuentan las administraciones públicas de forma inteligente, y hacerlo en las Universidades significa precisamente apostar por una reactivación económica sostenible, justa y eficaz.

Para los escépticos conviene recordar que, según el Informe de la CRUE La contribución socioeconómica del sistema universitario español, las universidades devuelven en impuestos 4,3 euros por cada euro que han invertido las administraciones públicas en su financiación. Además, la Universidad pública es la única que garantiza la igualdad de oportunidades real, esto es, independientemente de la situación socio-económica de cada estudiante. ¿Se le ocurre a alguien una mejor inversión en términos humanos, sociales y económicos?

La crisis económica ha destapado algunos de los defectos estructurales de nuestro sistema económico-productivo, como su excesiva dependencia del turismo y del sector servicios, y por eso se insiste en la necesidad de que orientemos nuestra economía hacia un nuevo modelo basado en las energías limpias y renovables (EU Green Deal), la digitalización, la robótica y la inteligencia artificial (la denominada Revolución 4.0). Aquí el papel de las Universidades, como agentes docentes por excelencia, será fundamental en la formación de los nuevos profesionales que se insertarán en unos sectores en franca expansión y que proporcionarán muchísimos puestos de trabajo.

Hay que tener en cuenta que, de acuerdo con los datos publicados en el estudio La Universidad Española en Cifras 2017-2018, los trabajadores con Educación Superior mejoran su empleabilidad un 17,4% respecto a la del mercado de trabajo en general (frente a un 11,3% en la OCDE y un 12,4% en la UE – 23) y su tasa de desempleo es un 39,2% menor respecto a la que sufren los trabajadores con Educación Secundaria Superior.

Por otro lado, la investigación, vanguardia de la lucha contra la pandemia, es y seguirá siendo esencial para la sociedad post-covid 19. Pues bien, hay que recordar que las universidades españolas generaron en el 2017 el 82% de la producción científica del país, a pesar de que la actual financiación en I+D es un 22% inferior a la que existía en el año 2009. Su posición, como garante última de la investigación de calidad, exige seguir invirtiendo firmemente en sus capacidades.

Y dejo para el final lo que, por resultar un intangible difícilmente mensurable, probablemente tenga mayor importancia: la Universidad es la única institución que está en condiciones de formar a ciudadanos críticos y responsables, capaces de discernir, debatir y de razonar libremente, y esto, en la era de la posverdad, de las fake news y del negacionismo científico, tiene un valor incalculable que cualquier sociedad decente debería saber apreciar como uno de sus mayores tesoros.

Todos los miembros de la comunidad universitaria somos perfectamente conscientes de lo que la sociedad espera de nosotros en estos difíciles momentos, pero desde luego, será muy complicado que podamos cumplir con nuestra misión si, a las primeras de cambio, se decide recortar el presupuesto –ya de por sí jibarizado- imprescindible para llevar a cabo nuestra tarea docente e investigadora. Siempre hay tiempo para rectificar, esperamos que la Junta de Andalucía lo haga.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios