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Un espejismo Un espejismo

Un espejismo

Entre los analistas serios de la coyuntura política existe casi unanimidad en presentar al PSOE como un partido patriota y maduro, garante de la buena marcha de la democracia española. Con todos mis respetos creo que se trata de un espejismo, de un cierto desconocimiento del socialismo poszapaterista y del temor infundado a un posible sorpasso de Podemos.

Porque Podemos, con sorpasso o sin él, nunca ganará unas elecciones generales en España, ni será capaz de formar Gobierno. El PSOE, sí. Pero ahora se trata del PSOE posterior a Zapatero, que nada tiene que ver con el de Felipe González y Alfonso Guerra. El peligro ya no es Podemos, el peligro es el PSOE podemizado que conforman sus militantes de base desde antes de existir Podemos; bases que, lejos de ser maduras, moderadas y patriotas, son, por el contrario, de un extremo radicalismo: republicanas emocionales, estatistas, nacionalistas, de pulsiones totalitarias y prestas a una alianza sin condiciones con Pablo Iglesias. Por eso no está nada de claro que Susana Díaz vaya a ganar las elecciones primarias: si la gestora y los barones territoriales se muestran incapaces de manejar con astucia las agrupaciones locales y las urnas, veo seguro a Pedro Sánchez como nuevo secretario general. Sólo si el PSOE consigue librarse de la espada de Damocles de las primarias podrá recuperar la madurez perdida y ser de nuevo el partido indispensable que ha sido siempre. Lo he dicho más veces: los partidos son ejércitos combatientes para la conquista del poder, y no cabe que los generales sean elegidos por los soldados. Por otro lado, y al margen de la presión de las bases, existe en el socialismo español de hoy un problema sobrevenido y no resuelto que lo está empujando hacia estrategias equivocadas, infantiles e incluso sectarias: el Estado de bienestar y el estilo socialdemócrata, al convertirse en patrimonio común de los gobiernos de la UE, incluido el de Rajoy, han dejado sin ideas y sin palabras al socialismo democrático de Europa.

Los gobiernos de Felipe González siempre tuvieron claro la idea de alternancia en democracia y cuál era el camino de la modernización de España después de cuarenta años de dictadura. Frente a esto, el PSOE de nuestros días, carente de discurso, resucita el imaginario izquierdista de la Segunda República que negaba toda legitimidad a la derecha para gobernar: el cordón sanitario que desde Zapatero busca aislar a un Partido Popular tildado de "derechona", cruel, corrupto, ineficaz, destructor de derechos fundamentales, más cercano a la extrema derecha que a una supuesta derecha civilizada y con el que, por lo tanto, se hace imposible cualquier acuerdo. Y da lo mismo si quien habla es Pedro Sánchez o Susana Díaz; en este invento de una derecha intratable no hay diferencia entre ambos.

Mas un discurso sólo negativo resulta ineficaz en política, y como las propuestas socialdemócratas clásicas ya son de aplicación en el Gobierno de Rajoy (nunca nos exprimieron tanto a la clase media con los impuestos, nunca hubo tantos banqueros y empresarios en la cárcel, nunca se mostró Hacienda tan radical y ejemplarizante en la persecución del fraude) la actual gestora del PSOE, obsesionada por distinguirse del PP y encontrar un lenguaje propio, deja al descubierto su indigencia programática: grotescas las palabras de Mario Jiménez calificando a Rajoy de "mayordomo" de Trump; necrófila la propuesta de desenterrar la momia de Franco y llevarla a no sé dónde; patética la idea de un carné de identidad bilingüe. Pronto veremos a los socialistas reclamar el derecho al voto para los niños de 16 años.

Desaparecidas las mayorías absolutas, ocupe Sánchez o Susana Díaz la dirección del PSOE, cerrado el Partido Socialista a cualquier acuerdo de gobierno y presupuestario con el PP, no se ve por parte alguna en qué podría consistir el papel estabilizador del socialismo. Inestabilidad a la italiana del Parlamento español (González dixit). Futuros gobiernos muy breves del Partido Popular, dada la imposibilidad de aprobar los presupuestos, y gobiernos largos (Sánchez o Díaz) de un PSOE sostenido en Podemos y en los nacionalismos separatistas con todas sus consecuencias. Mucho me temo que los documentos que salgan del próximo congreso del PSOE, presentado como el de la "reideologización" del partido, sean el parto de los montes. Aunque, quién sabe: a lo mejor encuentran algo nuevo leyendo las opiniones cristianas de Erasmo acerca de la riqueza, la pobreza y el poder político.

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