Tribuna

Rafael rodríguez prieto

Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide

26-M: geometría política

Cs recuerda a esos experimentos privados para realizar viajes espaciales. No terminan de despegar. La atmósfera se asemeja a un muro infranqueable

26-M: geometría política 26-M: geometría política

26-M: geometría política

Estas elecciones nos han traído un difunto y un resucitado. Podemos es oficialmente una marca política muerta. Después de algunos años de descomposición, todo terminó ayer. Su proyecto para España ha quedado falsado por su propia autodestrucción. La división, la carencia de un proyecto realmente social, inclusivo e igualitario para el conjunto de los españoles, así como los errores de una dirección conformada de acuerdo a las reglas de una pandilla, propiciaron un derrumbe anunciado. Hoy sóolo se divisan las ruinas de lo que pudo haber sido y no fue en victorias ajenas como la de Cádiz o Zamora. Podemos es ya historia, pero precisamente no va a descansar en paz.

El PP no tenía escenario montado, no fuera a ser aprovechado por la nutrida oposición a Casado para improvisar una pira. Sin embargo, Casado se levantó en el último asalto. Para el líder el PP es tan importante haber conquistado Madrid, como la derrota de Núñez Feijóo. En cualquier caso, la derecha oficial deberá reflexionar sobre la viabilidad de la marca PP y la posible reunificación de ese espacio político.

Cs recuerda a esos experimentos privados para realizar viajes espaciales. No terminan de despegar. La atmósfera se asemeja a un muro infranqueable. No parece descabellado que se terminen por acomodar en el papel del típico partido bisagra que entra en gobiernos de vez en cuando y que un buen día desaparece plácidamente, casi sin hacer ruido, como sucedió en Gran Bretaña. Si su objetivo era superar al PP en horas bajas, han fracasado.

Vox ha mostrado que era algo meramente coyuntural. Si Cs no despega, este partido, simplemente, no se ha presentado en la pista de lanzamiento. Con abogados que llegan tarde al juicio del 1-O en el Tribunal Supremo, era de prever.

No fue una buena noche para Sánchez. No me entiendan mal: si hay un partido ganador es el PSOE, pero los resultados lo dejan en una situación complicada. La defunción de Podemos trastoca los planes del proyectado cuatripartito con ERC y PNV. La procelosa conformación de Ayuntamientos como el de Barcelona puede ser un persistente dolor de cabeza, que conduzca a Sánchez a tener que decidir entre lo malo y lo peor. En segundo lugar, sus apuestas personales han fracasado, mientras que los restos del naufragio susanista han salido a flote. No es que haya dos PSOE, como se empecinan en creer algunos ingenuos. Lo que existe en esta familia, tan bien o mal avenida de acuerdo a los votos obtenidos, son tramas de adhesiones personales. Una red casi deshilachada se ha vuelto a hilar. Extremadura, Castilla-La Mancha y, quizá, Aragón pudieran constituirse en focos durmientes de una oposición interna que hoy no existe. Finalmente, tendrá que enfrentarse a un contexto muy hostil. El nacionalismo continúa pensando que es ahora o nunca. Fiar su supervivencia política a individuos cuyo fin es hacer implosionar las instituciones de su propio estado desde dentro es una tarea de alto riesgo. A los nacionalistas ya no les valen ni las instituciones autonómicas, ni el presupuesto. El fin último es aprovechar la debilidad de su enemigo, el Estado de Derecho español, para erosionarlo sin descanso hasta que no dé más de sí. Forzar su maquinaria es su único plan y, de momento, lo llevan a raja tabla.

No sé si reclamar al PSOE y al PP una seria autocrítica es un exceso o un rasgo de deplorable ingenuidad, solo comparable a las tiernas manifestaciones adolescentes contra el cambiom climático. El PP fue terriblemente irresponsable cuando presentó un programa económico tan sumamente antisocial en mitad de una agresión al régimen constitucional y a la propia supervivencia de España. Pensaron que les valía con defender la unidad. Deberían ser conscientes de que la mayoría de los españoles -incluidos buena parte de sus votantes-, están a favor de buenos servicios públicos. La gente está de acuerdo en pagar los impuestos que le corresponden según su nivel de renta. Pero que paguen todos, no solo la clase media. Centrar el discurso en la engañifa de la bajada de impuestos a secas, manteniendo alto el IVA y reduciendo las aportaciones de las rentas de capital, mientras penalizan al trabajo fue convenientemente castigado. Por otra parte, el PSOE debería entender que su victoria no lo habilita para abandonar a su suerte a miles de catalanes y vascos no nacionalistas. O, lo que es lo mismo, para erosionar sin remedio el modelo constitucional en vigor a cambio de una presidencia a plazo fijo.

Decía Ibn Jaldún que la geometría ilumina el intelecto y templa la mente. La necesaria geometría política que tendrá que practicar Sánchez puede convertirle en un gran presidente o reducirlo a un político arrastrado por los acontecimientos, cuyo único fin es agarrarse a un sillón hecho jirones.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios