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Tribuna

Joaquín egea

Historiador

El 12-O molesta a los separatistas

El 12-O molesta a los separatistas El 12-O molesta a los separatistas

El 12-O molesta a los separatistas / rosell

En 1916, el primer presidente por sufragio universal de Argentina, Hipólito Yrigoyen, tras imponerse en las elecciones con su Unión Cívica Radical bajo la idea de devolver el orgullo al pueblo argentino y sus recursos económicos frente a Inglaterra y Estados Unidos, declaraba el 12 de octubre: Día de la Raza.

El termino raza aludía a eso que el gran escritor mejicano Vasconcelos había definido como la "raza cósmica". La raza más impura y por ello superior a todas. La mezcla de sangre española, indígena, africana, portuguesa y oriental. Frente al utilitarismo y el racismo imperante en el mundo anglosajón, Vasconcelos enfrentaba el ideal hispano igualitario y de progreso humano encarnado en la figura literaria de Don Quijote.

En 1904, el primer diputado socialista en América, también argentino, había defendido la raíz hispánica de la democracia basada en las viejas libertades españolas, presentes en el municipalismo medieval y en la ausencia de servidumbre. El amor a la libertad y a la justicia, destacaba, estaba presente en toda nuestra literatura. Decía Cervantes, "la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos… por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida…"

En ningún país, en ninguna cultura, aparece tan tempranamente ese canto a la dignidad humana que es la libertad.

El descubrimiento de América y su conquista, que Yrigoyen considera el acontecimiento más trascendental de la humanidad, enfrenta al imperialismo (sí, al imperialismo) de Aztecas, Mayas o Incas que sometían a los pueblos de América a su concepción fatalista de la existencia negando la libertad individual y despreciando la vida humana, con nuestra cultura que exaltaba la libertad y la justicia como elementos básicos del humanismo cristiano.

La unión del indio y el español dio lugar a una nueva raza mestiza y supuso el nacimiento de un nuevo tiempo: el Renacimiento y un Nuevo Mundo donde hacer posible el sueño de Tomás Moro o Campanella.

Yrigoyen opuso aquel mundo, su mundo hispano, al anglosajón; por ello, defendió a la República Dominicana frente a la invasión de los norteamericanos y, tras decretar el Día de la Raza, envía a la Exposición Iberoamericana de Sevilla al gran intelectual argentino Enrique Larreta como su representante.

En España, el Día de la Raza fue instituido en 1918 por Alfonso XIII en un decreto firmado por don Antonio Maura. El 12 de octubre de 1935, por la acción de Ramiro de Maeztu en plena II República, se convertirá en día de la Hispanidad, mientras se celebraba en Sevilla el XVI Congreso Internacional de Americanistas.

Pero las bases intelectuales del Día de la Hispanidad venían de atrás. En sus orígenes se encuentran Rubén Darío, Menéndez Pelayo, Valera, Altamira y Unamuno, y lo hacen suyo la Generación del 14. Tras la Guerra Civil, en el exilio, intelectuales como Madariaga, Fernando de los Ríos o Américo Castro siguieron poniendo en valor el mestizaje frente a lo anglosajón.

Hoy aquel empeño bolivariano de una Comunidad de Naciones Hispánicas o Ibéricas, que Julián Marías propuso en 1992, está más lejos que nunca. Nada más hay que leer los nombres que acompañan a la celebración en Hispanoamérica desde los albores del S. XXI: Día de la Descolonización en Bolivia; en Venezuela, Día de la Resistencia Indígena y, en Méjico, el ínclito López Obrador, tras el derribo de la estatua de Colón, propone el Día de las Culturas.

Es curioso que mientras tanto separatista e indígena subvencionado intentan reinterpretar la historia, los zapatistas, los indígenas revolucionarios, piden soluciones a sus problemas de hoy: "España no nos conquistó, ni nos debe pedir perdón".

El enemigo para las clases medias y los pobres de Hispanoamérica ha dejado de ser el colonialismo inglés y sobre todo el de EEUU, además de la burguesía criolla que machacó, tras la independencia, al indio y al mestizo. Los populismos no ponen en peligro el orden económico, ni la dependencia de los gobiernos hispanos de los Estados Unidos.

Lo que no consiguieron por las armas en tres siglos y si lo consiguieron apoyando a los Bolívar, San Martín y compañía, lo están consiguiendo con la ayuda de los líderes populistas y los paniaguados españoles de la leyenda negra. Un cáncer de nuestra cultura que sitúa los localismos y nacionalismos por encima de los principios de libertad y dignidad inherentes a nuestra cultura.

Los separatistas, con sus padres de las patrias, quieren imponer situaciones como la de Yugoslavia, de cuya destrucción nacieron países fácilmente controlables culturalmente y manipulables económicamente.

Frente a ellos, este 12 de Octubre, invito a los lectores a seguir luchando por nuestra "Raza Cósmica", por la Comunidad de Naciones Ibéricas, recordando los versos de Rubén Darío: "Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, luminosas almas. Salve"

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