Si Inglaterra hubiera descubierto América

El paraíso americano supuestamente existente antes de la llegada de los españoles es una fantasía sin base histórica

El sepulcro de Colón en la Catedral de Sevilla.
D. S.
Andrés Joaquín Egea Romero
- Presidente Plataforma en Defensa del Mundo Hispánico

El pasado 12 de octubre causaba estupor y sonrojo ver a dos “histéricas” ambientalistas (el termino activista está sobrevalorado en estos tiempos) arrojar pintura sobre el cuadro Primer Homenaje a Cristóbal Colón presente en el museo Naval de Madrid. Con este acto salvaje querían mostrar su oposición a la celebración del 12 de octubre, uniendo así, en un giro copernicano propio de nuestros tiempos, la lucha contra la crisis climática con la de los pueblos originarios.

Esta parodia (no se puede calificar de otra manera) me recordaba a la escena de la película Testament de Denys Arcand en la que un grupo de milenials consigue, con la ayuda, cómo no, de las autoridades políticas (temerosas de perder votos), a tapar un fresco catalogado como bien de interés cultural. Para los manifestantes, el delito de esta obra era que representaba a los pueblos indígenas de manera estereotipada.

España está impregnada de este buenismo estúpido, con todas sus derivas. Es un hecho que vivimos una cultura de la cancelación y que nos enfrentamos los absurdos adánicos del mundo moderno. Esto podría ser una de las causas que han llevado a dos ciudadanas españolas a despreciar la labor de su país en América, su mayor contribución a la Historia Universal. Según comentaba el poco sospechoso D. José Prat García, el objetivo de la monarquía hispánica no era otra que hacer de América un hogar de la cultura de occidente. Calificar este hecho, de genocidio es una estulticia o una maldad, además de una falsedad histórica.

Como nos detalla Salvador de Madariaga, el propio Humboldt confirmó en su visita a nueva España que la raza de los naturales prosperaba de tal forma que la nueva España era entonces un país de indios gobernados por blancos.La reclamación del Abya Yala (esa arcadia precolombina), desde el feminismo descolonial, cómo no, es otra de esas falsedades en las que se mueven ese discurso buenista, ¡pero desde una perspectiva de género! El paraíso americano supuestamente existente antes de la llegada de los españoles es una fantasía sin base histórica. No sé en qué hubiera quedado del Abya Yala si hubieran llegado los ingleses…

Sin embargo, las raíces de nuestro comportamiento, que nos lleva a negar y a criticar nuestra historia, tiene raíces muchos más profundas. Es lo que el gran hispanista inglés del siglo XIX Charles F. Lunnis denominó como una vindicación de la acción colonizadora en América.

A la falta de preparación académica propia de nuestros tiempos, en los que alguien emite juicios de valor u opiniones sin contrastar, se une lo que se considera una anomalía única en nuestro viejo continente, denunciado por el propio Consejo de Europa: España parece empeñada en que sus alumnos no conozcan su historia. Basta leer la defensa que hacen del papel de España en América hispanistas e historiadores como Hugh Thomas, Stanley G. Payne, Julián Marías, Francisco Morales padrón, Rafael de Altamira y un largo etcétera de autores para zanjar de un solo plumazo los argumentos negro-legendarios.

Un Estado descentralizado con 17 modelos educativos distintos, la falta de un currículum nacional de Historia de España, unas comunidades autónomas lanzadas a su propia construcción nacional, una educación al servicio de la política, y unos libros de texto de historia al servicio de estos últimos, dibujan un panorama desolador. Es lo que ya denunciaba hace 25 años el académico de la RAH D. Julio Baldeón: la abundancia de omisiones e imprecisiones históricas son causa suficiente para poder explicar esta anomalía.

Por desgracia, a los factores antes comentados, se le une una inercia aún más difícil de cambiar, que no es otra que el propio desinterés de aquellos que nos gobiernan. Más allá de la ideología, salvo excepciones muy contadas, el desinterés hacia la celebración del día de España y de la Hispanidad, el 12 de octubre, que muestran cada año nuestros políticos es desoladora, y terminacalando en nuestra propia sociedad. Es, realmente, la mayor anomalía que presenta nuestro país en comparación con los países de su entorno.

Solo así se explica que el vídeo sobre la celebración del 12 de octubre emitido por el gobierno de España omita intencionadamente la Hispanidad. Sólo así se entiende que el gobierno andaluz, pese a estar aprobadas, no saque a tiempo unas instrucciones para que en los colegios andaluces se celebre el día de la Hispanidad. Sólo así se explica que el Ayuntamiento de Sevilla, antigua puerta y puerto de Indias, no dedique ninguna actividad a la celebración de esta efeméride.

Y no, no se trata del carácter cainita del español tan ampliamente criticado por la generación del 98.Se trata más bien de un despropósito descomunal, que habrá que corregir para evitar lo que hoy somos: una parodia de nosotros mismos.

También te puede interesar

Lo último

stats