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Tribuna

Ildefonso marqués perales

Universidad de Sevilla

La vía portuguesa

El bajo crecimiento económico producto de las políticas de austeridad ha destrozado por completo el ambiente natural de las políticas socialdemócratas

La vía portuguesa La vía portuguesa

La vía portuguesa

En su magnífico libro Los estados y las revoluciones sociales (1984), la socióloga norteamericana Theda Skocpol nos recordaba algo básico pero de enorme importancia: "Las revoluciones no se hacen, llegan". Con esta frase lapidaria, la autora nos advertía de la primacía de lo material sobre lo ideológico. El origen de los procesos revolucionarios tiene sus bases en la transformación de una realidad que es siempre previa a las ideas revolucionarias. Los enemigos más peligrosos que tiene un régimen particular no son nunca sus vanguardias sino los movimientos de sus bases materiales e institucionales.

Esta sencilla sección nos puede servir para examinar el fin del bipartidismo en nuestro país. Zavalita: ¿En qué momento se jodió? ¿Cuándo surgió el multipartidismo? Grosso modo, puede señalarse que sólo los ciudadanos de sociedades que experimentan un crecimiento económico sostenido en el tiempo (y relativamente bien distribuido) desean conservar la estabilidad social y, por ende, el bipartidismo. Dicho de otra forma, sólo las sociedades que atraviesan por fuertes procesos de movilidad ascendente -en el que se expanden las clases medias- pueden desarrollar la aversión necesaria para no querer un cambio político.

Vamos a ilustrarlo con un caso. En 1984, la patronal decidió que debería existir un partido político que no sólo los defendiera parcialmente sino que fuera correa de transmisión de sus intereses. Así nació el Partido Reformista Democrático del que ya nadie se acuerda. Toda la beautiful people de la banca, de la industria y muchos, muchísimos millones, por medio. Garrigues Walker, Miquel Roca, Florentino Pérez y Rafael Arias Salgado intentaron abrir un espacio para el liberalismo entre el socialismo imperante y el conservadurismo decadente. No consiguieron ni un 1% de los votos. Y es que todo debate ideológico se debe a las condiciones sociales que trata de alumbrar. Las ideas no son nada si no se anclan en las experiencias reales que vive la gente.

Cuando la gestora socialista se plantea que el partido debe centrarse volviendo a lo que siempre fue, se comete un error de bulto: la España de los años ochenta no es la surgida tras la crisis del 2008. No es posible encontrar inspiración en unos líderes que administraron una situación social muy dispar. Por decirlo de alguna forma, los socialistas de los ochenta gobernaron una España que iba de menos a más. Los socialistas de hoy en día tienen que lidiar con una sociedad que tiene un gran sentimiento de privación relativa, que ha ido de más a menos. De ahí que exista un rival por la izquierda, un rival que tiene casi su misma fuerza. Como esta nueva situación no va a cabiar de un día a otro sólo caben dos cosas: negarla o reconocerla. Hasta el momento, la gestora socialista no ha hecho más que negarla, lo que es un harakiri en toda regla.

Su análisis ha consistido en la defensa de las esencias socialdemócratas. Entiéndase siempre esta defensa como una aproximación al centro. De camino, se va justificando así el apoyo a la derecha española. Además, esto es aún más raro cuando se habla de la socialdemocracia cuyo contenido ideológico históricamente se ha caracterizado por la ausencia de esencialismo y por posturas pragmáticas. Javier Fernández afirma que el partido ha sido abducido por Podemos. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, apuesta por una mayor fidelidad a los valores socialistas. El nuevo gurú económico, José Carlos Díez, señala que cuando el partido virado al centro, ha sacado lo mejor de sí. Si me permiten expresarme así, diría que se ofrecen las mismas recetas de siempre cuando los ingredientes con los que se cocina no son los mismos. Todos niegan la mayor: el espacio político no puede ya ser el mismo. Los movimientos de las otras fuerzas políticas han cambiado tu posición relativa. El bajo crecimiento económico producto de las políticas de austeridad ha destrozado por completo el ambiente natural de las políticas socialdemócratas. Para más inri, los socialistas europeos han sido parte de la arquitectura institucional que diseñó estas políticas.

Sólo se pueden sacar votos de donde se han perdido, a saber, en la izquierda. Y la única forma de derrotar al enemigo (Podemos) es unirse a él. Hay dos ejemplos a seguir: la vía portuguesa y/o la germana. La primera muestra ya su éxito y la segunda su fracaso. Los votantes socialistas han perdonado casi todo a su partido. Incluso le han perdonado el hecho de haber redistribuido poco, es decir, el primer objetivo que las políticas socialdemócratas. Lo que no le han perdonado nunca es el hecho de no haber protegido a su gente: de los desahucios, de los cobros de la luz excesivos, de las carencias en la sanidad. Ahora toca remangarse y ponerse del lado de la gente. Entonces, vendrán los votos.

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