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Sevilla tiene el área metropolitana con menor peso de los extranjeros

  • Casi el 39% de las personas que se asentaron en la zona entre 2001 y 2007 proceden de otros países, cuando en Barcelona y Zaragoza superan el 90%

La llegada de población extranjera ha sido determinante en el despunte demográfico que se ha registrado en el conjunto del país. Cerca del 79% de los nuevos vecinos son extranjeros, frente al 21% que han sido fruto de un crecimiento vegetativo, es decir, del nacimiento de hijos de españoles. El peso de los inmigrantes ha sido todavía más significativo en la evolución del padrón de las áreas metropolitanas entre 2001 y 2007, donde han buscado residencia el 40% de los ciudadanos extracomunitarios que han llegado a la Península en este tiempo.

Son los datos de un estudio elaborado por el Centro de Política de Suelo y Valoraciones de la Universidad Politécnica de Barcelona, que se ha centrado en las grandes aglomeraciones urbanas y que sitúa a Sevilla a la cola en cuanto al peso que los extranjeros han tenido en su eclosión poblacional más reciente.

Los ciudadanos de otros países asentados en la capital andaluza y su entorno han supuesto el 38,97% del aumento de población de los últimos seis años, frente a algo más de un 61% de españoles. La cifra no es nada desdeñable, pero está lejos del peso de los extranjeros entre los nuevos vecinos del área metropolitana de Málaga (que son el 59,94% del total); y aún más del resto de las aglomeraciones.

En Zaragoza, han protagonizado el 91,33% de su expansión, el mayor porcentaje por detrás de Barcelona; el 89,90% en la de Bilbao en el mismo periodo 2001-2007; el 81,95% de Valencia; mientras que en Madrid, el 86,59% de los nuevos vecinos procede de más allá de las fronteras de la Unión Europea. A la cabeza de todas las áreas metropolitanas está Barcelona, donde los extranjeros han llegado a ser el 95,15%, frente al aumento de la población española, por debajo del 5%.

En lo que respecta a Andalucía, la investigación, que ha sido dirigida por la doctora María Pilar García Almirall y está enfocada sobre todo al análisis del acceso al mercado laboral, a la vivienda y la formación de hogares de esta población, destaca que en el caso de Málaga la presencia de extranjeros tiene mucho que ver también con el turismo residencial que caracteriza la zona costera, con lo que los inmigrantes -es decir, los extrajeros que se desplazan buscando una alternativa laboral que no tienen en sus países de origen- podría ser menor y acercarse un poco a los porcentajes de Sevilla.

Por nacionalidades, el 46,77% procede de países europeos, el 36,5% de Suramérica y el 4,6% de Asia. En Sevilla, Barcelona, Málaga y Zaragoza tienen peso además los flujos procedentes de África. Aunque generalmente buscan la ciudad, la tendencia a descentralizarse hacia municipios metropolitanos periféricos va en aumento. El ejemplo es Barcelona: la población inmigrante tiene peso específico tanto en el centro histórico -con barrios señeros como el Raval- como en los municipios obreros. El equivalente sevillano serían los municipios de San Juan y Camas, primeras ciudades dormitorio que se consolidaron como tales y donde ahora viven muchos extranjeros.

El estudio sólo entra en detalle en dónde y cómo se está asentando esta población en el área metropolitana en Barcelona: en los barrios que desde mediados de siglo pasado ocupó la inmigración española, con lo que se "reproduce en el espacio socio-residencial su condición social y urbana desfavorecida", se afirma en el estudio, aunque con la agravante de que pasa a ser una "estratificación socio-étnica", más compleja.

En cualquier caso, el estudio concluye que la composición y la intensidad de la inmigración en la última década han traído aparejado un "cambio social brusco que se desarrolla en una situación de conflicto social". En el campo residencial se traduce en que, cada vez más, hay miles de personas con problemas económicos y legales que buscan alojamiento. La sociedad se ve obligada a asimilar un cambio social "cuasi repentino para el que no está preparada" y, para los recién llegados, la forma de integrarse en la nueva sociedad es "muy precaria", dice.

La solución de vivienda que buscan los inmigrantes depende de si están recién llegados y solos (suelen compartir piso y cambiar habitualmente) o en familia. Aunque cuando logran cierta estabilidad sus expectativas son como las de cualquier otro ciudadano: adquirir un hogar.

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