Diario de Sevilla

Coordenadas


El Madroño, entre nubes y montes

Entre la Ruta de la Plata y el nacimiento del cobre en Riotinto se encuentra un lugar donde se ha parado el tiempo. No porque se intuya el retraso que desde una gran urbe se pueda suponer evidente. De hecho no lo hay. Sino porque quizás esta sea una ventana a un pasado donde el concepto de humanidad se perfilaba de otra manera, en resumen de una manera más natural. Más humana.

Rafa Del Barrio

El camino


El camino

La carretera para llegar a El Madroño es una aventura no apta para cardíacos. Dicho de otra forma, una delicia para los moteros que abarrotan este paraíso en medio de la sierra. Pocas cosas que valgan la pena son fáciles y llegar aquí no lo es.

El pasado


El pasado

No se puede entender El Madroño sin las minas, ni las minas sin El Madroño. El Río Tinto se adentra en la provincia de Sevilla tan solo en un pequeño tramo de su cauce y no es casualidad. Desde este pueblo salía una importante cantidad de mano de obra hacia Nerva en busca de las minas. Cruzaban El Tinto por el Puente de los Mineros.

El futuro


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Con tan sólo una casa rural, El Madroño tiene que reinventarse y lo ha hecho a través de una piscina municipal que ha dado mucha vida al pueblo los meses de verano. También estrena unas instalaciones que funcionarán como albergue para los visitantes. Probablemente con una de las mejores vistas de la sierra.

El Bar


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El Bar Marcelo es un punto de encuentro. En realidad es más que eso, es una casa, la casa de todos. Lo regenta la misma familia desde su fundación centenaria. Juan Francisco es la última generación y lo hace muy bien. Sirve cafés de forma frenética que salen de una ruidosa cafetera que aúlla como lo hacían los trenes de vapor que hace no tanto recorrían las vías de la cuenca minera.

Los ultramarinos


Los ultramarinos

El bar no es sólo un bar. Reserva una parte para una pequeña tienda en la que no sobra nada, pero tampoco falta nada. Tiene lo imprescindible que los vecinos necesitan en su día a día. Este establecimiento lo regenta Virginia, la mujer de Juan Francisco. Dos veces al mes bajan a Sevilla a por género. Lo hacen porque traer los productos a través del proveedor los encarecería mucho. Ella ha vivido unos años en Tarrasa y aunque al principio le costó un poco adaptarse dice que no cambiaría por nada el pueblo.

La escuela


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Hay 16 niños escolarizados en esta localidad. 16 niños que tienen un concepto más amplio de lo que significa la palabra libertad. Se reparten en 3 clases y en este periodo estival están bajo la tutela de Carlos, monitor de la escuela de verano. Carlos es paciente, muy paciente y aunque no dejan de llegarle dibujos en busca de su aprobación conseguimos terminar la entrevista. Él es de aquí pero quiere marcharse para ejercer en otros lugares, cosa que admite con cierta morriña. Sabe que echará de menos sus raíces y estas mañanas al sol y la brisa de la sierra. Nacer en un pueblo tan pequeño tiene sus ventajas. Los niños aprenden del entorno, tienen un pequeño huerto y realizan muchas actividades al aire libre.

El caminante


El Madroño  14

Isidoro vive entre Huelva y El Madroño. O entre Nueva York y el Madroño. O entre Santiago de Compostela y El Madroño. A sus 72 años sus piernas y su inquietud le han llevado a recorrer maratones por medio planeta y realizar el Camino de Santiago varias veces. Su pueblo y parece ser que el mundo se quedan pequeños para él.

La salud


El Madroño  15

A estas alturas no podemos negar que el aire de la sierra tiene algo que conserva de otra manera a quien lo respira por años, pero tampoco podemos olvidar que los vecinos tienen una edad media avanzada. Esto hace que el centro de salud sea un pilar central en esta comunidad. Ana es la enfermera fija que tienen en el pueblo, con el apoyo de médicos rotativos que vienen los lunes, miércoles y viernes. Los miércoles además visitan las aldeas, ya que El Madroño tiene 5 núcleos de población. Esto garantiza una atención primaria para las personas que viven más aisladas y no pueden desplazarse.

El museo


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Nadie sabe dónde, no está señalizado, no es oficial. Pero Amparo a sus 87 años regenta un museo. Posiblemente una de las colecciones de antigüedades más completas, variadas e impresionantes que haya visto. Conoce cada uno de los artículos y utensilios que pueblan las paredes de su casa. Ella es Trianera, su madre emigró a Sevilla en busca de un futuro mejor. En su casa conserva varios juegos de porcelana de La Cartuja Pickman, aperos de labranza, botellas, cuadros, llaves, macetas, arcones, televisores, radios, zapatos, maletas… La cama de su madre y la cuna de su marido. Tiene una sonrisa tan grande como los montes.

El entorno


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La ubicación de este lugar hace que sea difícil el cultivo, salvo en pequeñas parcelas particulares. Esto hace de El Madroño una localidad eminentemente ganadera. Aunque la falta de relevo generacional y el descuido de los montes trae todos los veranos el fantasma de los incendios forestales a los vecinos, que ya fueron testigos del incendio de Nerva en 2004 y del que aún toda la cuenca minera trata de recuperarse.

La Fe


El Madroño  22

Las Cruces de arriba y abajo son unas de las fiestas más importantes del pueblo. Vecinos decoran con amor cada rincón, uniendo generaciones en torno a la fe. Presidiendo el ambiente, la Iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, recuerda la raíz espiritual de esta tradición viva.

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