Coordenadas
El silencio de El Peralejo
Pocos kilómetros de carretera serpenteante separan esta aldea de El Castillo de las Guardas, como si escondiera un tesoro. El silencio y la paz que da vivir sin prisas.
El entorno
Situado a 520 msnm se podría decir que esta pedanía es todo un mirador serrano. Desde casi cualquier punto del pueblo se pueden apreciar las extensas dehesas que rodean la zona.
La Oficina de Correos
El peralejo tiene una situación particular. Tan solo lo habitan 11 personas durante todo el año, aunque en época estival se puede llegar a ver más animado. Esto lo condena a tener escasos servicios públicos y depender de El Castillo de las Guardas para muchas cosas. No hay comercios, bares, centro de salud ni escuela.
La compra
Entonces ¿Cómo hacen sus escasos vecinos para abastecerse? Bueno, a pesar de estar a 10 minutos en coche de El Castillo no todos disponen de él o de la capacidad de conducir. Por eso un par de veces en semana se hace un reparto de los encargos de primera necesidad. Los sábados y jueves un tendero acerca a los habitantes los productos del día a día.
Territorio animal
Lo dificultoso del terreno hace que esta población sea eminentemente ganadera. La dureza del terreno no deja crear más que pequeños huertos para autoconsumo, por eso los animales aquí son los reyes.
La guardiana de la sierra
Apolonia, o Poly o Polita se cansó de vivir en Sevilla. Cambió las farolas de la capital por el infinito cielo estrellado, cambió cuidar niños por cuidar de su huerto, sus abejas y sus animales. Cambió tanto que quizás ya no se reconozca a sí misma. Cambió el tráfico por la sombra de una higuera. Cambió de país y de continente. Pero asegura que aunque es una vida sacrificada no la cambiaría por nada.
Jose Ángel
Esas piernas que asoman tímidamente sobre un saco de maíz usado para alimentar a las ocas de Apolonia son de su hijo Jose Ángel o Josean. A veces los adultos nos referimos a los niños como simplemente "el niño". En este caso no se le puede llamar de otra manera en la aldea, puesto que es el único niño y el único usuario de la parada del autobús que además es el escolar, ya que la aldea no tiene transporte público.
El alto y el bajo
Algo si tiene esta aldea y son cuestas. Tantas que en realidad está dividida en dos núcleos de población El Peralejo Alto y El Peralejo Bajo. También tiene dos casas rurales, una de ellas gestionada por Apolonia que alquila en los meses de invierno a todo aquél que quiera huir del ruido y desconectar.
Justo
Sólo el aplomo que da tener 70 años y llamarse Justo deberían capacitar a alguien para hablar con tanta autoridad de los problemas que persiguen al campo. Desde el éxodo rural que comenzó en la década de los 60 hasta los incendios incontrolables que ahogan en cenizas medio país en estos días. Justo es el marido de Apolonia y padre de Jose Ángel. Jubilado pero incansable sigue visitando junto a su mujer sus animales mientras conversa tranquilo y decidido. Le da pena su hijo y le dan pena todos los niños que vienen y que no conocerán más que unos montes llenos de placas solares. El campo hay que habitarlo y trabajarlo para mantenerlo vivo y verde. La falta de relevo generacional y la pérdida de ganadería extensiva es una espada de Damocles que pende sobre nuestros pulmones verdes.
Abandono
Caminar por las pintorescas y escasas calles de esta localidad deja un sabor agridulce. No debemos romantizar la vida rural, porque está llena de sacrificios y trabajo ¿Pero es acaso mejor vivir en una gran ciudad? Esta pregunta deben hacérsela todas las personas que, en la justa búsqueda de un futuro mejor se planteen abandonar sus raíces de forma indefinida y dejen morir lentamente una forma de vida que es tan nuestra. España es un país de pueblos, de aldeas y de campos.