Granada

Granada, doce meses de transición

  • Granada asume el liderazgo (negativo) en el paro, la falta de dinamismo empresarial y el lento crecimiento del comercio exterior

Magdalena Trillo

Directora de Granada Hoy

No hay dinero y sí elecciones. Con estas premisas han transcurrido 365 días en Granada. Aguantar, dominar a los ‘díscolos’ y rezar por el cambio. El PP se ve ya gobernando en la Diputación provincial y el PSOE, con más ilusión que expectativas, cree posible provocar el vuelco electoral en la capital. Un año de barómetros y de asfixia financiera en el que se han resuelto algunos escándalos internos como la marcha del legado de José Guerrero, se han dejado algunas crisis en el letargo como la rebelión de los socialistas en la costa y, siempre con el horizonte de las encuestas, se ha abierto más de un ‘frente’ de confrontación como el rechazo municipal a la estación del AVE de Rafael Moneo. A la crónica política habitual en un año preelectoral se ha unido en 2010 los efectos de una crisis económica que ha dejado sin opciones de inversión a los ayuntamientos y, en muchos casos, ha puesto en riesgo el mantenimiento de los servicios básicos con conflictos constantes en áreas como el transporte y la recogida de basura. La capital ha sido un ejemplo, pero no el único.

En el horizonte, ver cuánto tiempo tardan los municipios en reducir plantillas, emprender las privatizaciones o declararse en bancarrota. La época del ladrillo regaló a pueblos y ciudades unos años de gestión faraónica, pero el crecimiento sin límite tenía sus consecuencias. Los recortes aprobados por el Gobierno para cumplir las exigencias de reducción del déficit, frenando de este modo las políticas expansivas de inversión que hubieran podido reactivar la economía, han supuesto otro varapalo para los municipios y son pocos los que no han visto eliminados o retrasados los grandes proyectos que debían haber protagonizado las portadas del año. El Centro Lorca sigue paralizado a la espera de cubrir cinco millones de sobrecoste, la construcción de la A-7 se ha visto afectada por el conflicto entre Acciona y Fomento, el Teatro de la Ópera deja de ser una prioridad y el AVE, que sí logró salvarse del tijeretazo, se tambalea ahora por la oposición del Ayuntamiento al proyecto de la estación en la capital. 765 millones de euros. El alcalde, José Torres Hurtado (PP), dice que es una “barbaridad”. Que Granada no necesita una estación tan ambiciosa (que no puede pagar, se niega a reconocer). Sólo el Metro avanza para estar operativo en 2012, pero sin eludir la confrontación entre la Junta y la capital por el diseño de los tramos y levantando las protestas de comerciantes y vecinos por el retraso de los trabajos. La Universidad avanza con la misma lentitud que las infraestructuras (le salva que la competición es en 2015 y aún hay tiempo para la recuperación) y el Milenio se ‘reajusta’ tanto como los presupuestos. Para 2013 queda menos tiempo y no hay fondos con los que promover grandes obras.

Tras la marcha de David Aguilar en enero, hastiado del ninguneo de las instituciones, la exparlamentaria europea Francisca Pleguezuelos ha tomado las riendas de la conmemoración, con más esfuerzo y entusiasmo que con recursos, y también ha asumido la dirección del Legado Andalusí en sustitución de Jerónimo Páez. Desde esta posición, y pese a todas las limitaciones, frustraciones y desencantos que ya ha sumado el Milenio, el proyecto empieza a encauzarse aunque sea con un enfoque casi estrictamente cultural. El año, pese a lo raquítico en la gestión y en la acción, ha sido especialmente movido desde el punto de vista del ‘baile’ de sillones. A la espera de las municipales, tanto la Cámara de Comercio como la Confederación Granadina de Empresarios han vivido sus elecciones particulares, con escisión y ‘OPAs’ hostiles incluidas, pero con un resultado pacificador: Javier Jiménez sigue al frente de la Cámara, Gerardo Cuerva mantiene su liderazgo en la patronal y vuelve a haber ‘sintonía’. Al menos en la teoría se recupera la unidad. A la estabilización lograda entre el empresariado se sumó también el inesperado consenso con que se produjo el relevo de Antonio Claret García al frente de CajaGranada. Tras nueve años como máximo dirigente de la entidad, Claret se despidió en febrero (la ‘sucesión se pactó a finales del anterior) y dejó la Caja en manos del exalcalde Antonio Jara (PSOE) para afrontar lo que ha sido uno de los grandes temas del año a nivel nacional: la reestructuración del sistema financiero. Mucho más complejo fue el relevo de Augusto Méndez de Lugo en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Tras quince años en el cargo, se jubiló en julio y no fue hasta final de año cuando pudo tomar posesión el magistrado Lorenzo del Río debido a las continuas demoras y desencuentros en el Consejo General del Poder Judicial para aprobar el nombramiento de varios presidentes territoriales. Del Río, nacido en Jódar (Jaén) y miembro de la moderada Asociación Francisco de Vitoria, competía con el presidente de la Audiencia Provincial de Málaga, Francisco Javier Arroyo Fiestas, y con Joaquín García Bernaldo de Quirós, que preside la sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJA en Málaga. Durante 22 años ha sido presidente de la Audiencia Provincial de Cádiz. En las instituciones públicas, la remodelación de la Junta que José Antonio Griñán afrontó en primavera tuvo dos efectos directos en Granada: el secretario provincial del PSOE, Francisco Álvarez de la Chica, dejó su cargo para asumir la Consejería de Educación (llevaba años siendo el ‘eterno’ consejero) y Jesús Huertas emprendió también camino a Sevilla como director general (más tarde dio el salto a Madrid con Rosa Aguilar) dejando a la diputada María José Sánchez al frente del Gobierno andaluz. Como efecto colateral, Begoña Álvarez tuvo que abandonar Justicia y Teresa Jiménez se puso al frente de los socialistas en un congreso en el que logró un respaldo abrumador. Para el PSOE, los dos focos calientes siguen siendo la capital y el litoral.

En Motril, la ‘rebelión’ del exalcalde Luis Rubiales presentando una moción de censura contra la secretaria general y diputada Flor Almón abrió a primeros de años meses de conflictos e incertidumbre, hasta el punto de que la dirección provincial se vio obligada a suspender la actividad orgánica de la agrupación y dejarla en manos de una comisión gestora. Tal fue la crisis que Rubiales ha terminado en Convergencia Andaluza –el partido en que el también milita el polémico alcalde de Almuñécar, Juan Carlos Benavides- junto que otros dirigentes ‘históricos’ de la Costa que están dispuestos a plantar batalla el 22-M y ser ‘llave’ para el gobierno de la Diputación. En la capital, después de meses de ‘ventaja’ popular, el PSOE local eligió a Francisco Cuenca candidato a la Alcaldía negándose a convocar las primarias que habían exigido dos sectores de la militancia agrupados en torno a José Antonio Aparicio y César Girón. Superado el malestar, los socialistas se encomiendan a “Paco Cuenca alcalde” para contrarrestar a un Torres Hurtado que, salvo sorpresas de última hora, será reelegido por mayoría absoluta para afrontar su tercer mandato en la Plaza del Carmen. Hasta ahora, sólo el regreso de otro exalcalde a la escena política, en este caso el popular Gabriel Díaz Berbel, ha enturbiado la solidez de la estrategia del PP de Granada y sus expectativas de gobierno en toda la provincia. Si el Gobierno de Zapatero sigue ‘ayudando’, poco se moverá la encuesta final de mayo de lo que hoy vaticinan los barómetros.

A diferencia de otros compañeros de profesión, tanto del PP como del PSOE, imputados y sentados en el banquillo por casos de corrupción, en la mayoría de los casos relacionados con el urbanismo, Torres Hurtado está a punto de cumplir dos mandatos de gobierno con el expediente (casi) limpio: sólo una ramificación menor del caso Gürtel, el escándalo sobre las filtraciones en las oposiciones a la Policía local y el ‘caso Aguilera’ han dejado algunas manchas. Una situación muy distinta, por ejemplo, a los protagonistas del caso Nevada (PSOE), al exconcejal de Urbanismo de Ogíjares José Luis del Ojo (PP) o el ya exalcalde de Atarfe Víctor Sánchez (PSOE). En cifras, Granada despide otro año negro. Catorce trabajadores se sumaron a listas del paro cada día en 2010 (la cifra de desempleados alcanzó los 89.269 en el cierre del ejercicio), en los tres años de crisis la provincia ha perdido el 13% de su tejido empresarial (sólo han sobrevivido 23.234 firmas) y casi 1.500 autónomos han cesado su actividad por la crisis. Si extendemos el análisis a la ‘década del milagro’, el resultado es que Granada ha quedado relegada al furgón de cola de la economía andaluza: en el año 2000 ocupaba en casi todos los ranking un cómodo puesto a mitad de la tabla; diez años más tarde, asume el liderazgo (negativo) en datos como la tasa de paro, la falta de dinamismo empresarial y el lento crecimiento del comercio exterior. Un año triste, de espera y de transición, con pocos acontecimientos que marcar en rojo en los calendarios: la beatificación de un fraile (Leopoldo de Alpandeire), la visita de la primera dama estadounidense Michelle Obama, la despedida a lo grande de Miguel Ríos, el ascenso del Granada CF o el adiós a José Saramago y Enrique Morente.

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