Córdoba

Los Patios o el símbolo de la esperanza

  • Los efectos de la declaración como Bien Inmaterial de la Humanidad ya se dejaron notar en las fiestas navideñas con una subida de visitantes

Félix Ruiz Cardador

Andaban los cordobeses todavía saliendo de la bruma del sueño propia de un día festivo cuando comenzó a difundirse una noticia largamente ansiada: que la Unesco decidía al fin, tras algún intento fallido, declarar la tradicional fiesta de los Patios como Bien Inmaterial de la Humanidad. Se trataba sin duda de la mejor noticia para la capital cordobesa en varios años y significaba y significa una luz en el largo túnel por el que viaja una provincia acosada por la crisis y en la que el turismo se alza como una de las escasas esperanzas. La histórica decisión la tomó la Unesco en la Cumbre de París un 6 de diciembre, por lo que el Día de la Constitución tuvo un curioso sabor a mayo, el mes en el que los Patios se abren a los visitantes y la ciudad se impregna de su misterio y su belleza. El año 2012 llegaba así a su término con una alegría. "Ahora Córdoba será más conocida que Madrid o Barcelona", fue lo que dijo con humor tras la declaración el presidente del Comité de la Unesco en referencia a que la ciudad acumula tres inscripciones como Patrimonio de la Humanidad: los propios Patios, la Mezquita-Catedral y su inmenso Casco Histórico.

Llegar hasta aquel éxito sin embargo no fue fácil y nadie tenía la certeza absoluta de la designación hasta que se hizo pública. Pesaba en el ambiente el fracaso de la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea de 2016, un sueño que llegó a acariciarse tras años de trabajo pero que al final se esfumó en 2011 camino de San Sebastián en una decisión muy polémica y que todavía escuece. Aquello había dejado sobre la ciudad un aroma a derrota inconfundible y muchos también desconfiaban de la Unesco. Sus razones tenían, pues ya el año anterior había decidido aplazar su decisión sobre los Patios pues encontraba lagunas en el expediente. Aquello sucedió en la Cumbre de Bali, en noviembre de 2011, y supuso un golpe más que añadir a la desilusión que la ciudad acumulaba.

La administraciones públicas, en un gesto algo infrecuente de unión institucional, decidieron unirse tras aquel tropezón y reelaboraron a lo largo de 2012 la candidatura de los Patios. Se analizaron los fallos y las recomendaciones y pronto comenzó a tenerse la sensación de que esta vez sí se iba por el buen camino. Todo quedó mucho más claro cuando la comisión subsidiaria, la que realiza la primera criba de las candidaturas y que el año anterior había puesto claras objeciones, dio su visto bueno e informó de que la aspiración cordobesa contaba con todos los requisitos y parabienes. Ni con esas sin embargo se echaron las campanas al vuelo. Primó la cautela.

La decisión final tuvo también su porción de suspense, pues estaba previsto que la Unesco anunciase su fallo la tarde del 5 de diciembre. La sesión, en la que se analizaban decenas de candidaturas, se extendió más de lo previsto y hubo de aplazarse hasta la mañana siguiente. Muchos propietarios de Patios se habían reunido en algunos recintos para esperar la noticia, pero las botellas de champán hubieron de aguardar unas horas. La mañana del día 6 se aclaró todo tras una breve discusión de la comisión de poco más de seis minutos. La alegría cundió. El alcalde, José Antonio Nieto, dijo que era un triunfo de todos y la fiesta de celebración se convirtió en un ejemplo de concordia. Los primeros efectos de la declaración ya se dejaron notar en las fiestas navideñas con una subida exponencial de los visitantes al programa Navidad en los Patios. Ahora se piensa en como sacar el mayor rendimiento a esta declaración sin poner en riesgo una fiesta tan masificada en los últimos años que corre el riesgo de morir de éxito. Y es que su magia trasciende fronteras. De hecho, hoy pertenece a la Humanidad.

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