Provincias

El abismo y el cambio

Luis J. Pérez-Bustamante Mourier

Director del Día de Córdoba

Con 122.600 desempleados, un 31,7% del total de la población en edad y condiciones de trabajar, Córdoba  cerró 2011 en la situación más difícil de su historia reciente. Sin expectativas de crear empleo, con 93.100 hogares en los que no trabaja ningún miembro de la familia, con la mayor parte de sus grandes empresas viviendo al límite o en durísimos concursos de acreedores y sin proyectos ilusionantes a medio plazo tras la humillante pérdida de la Capitalidad Cultural para 2016 a manos de San Sebastián. En apenas cuatro años, la provincia ha sufrido con mayor virulencia que otras el desplome inmobiliario, que en su época dorada llegó a rebajar el desempleo registrado en la Encuesta de Población Activa hasta las 53.600 personas de finales de 2007, menos de la mitad de los cordobeses que actualmente hacen cola en las oficinas del SAE. El desplome del ladrillo se ha llevado por delante no sólo a las empresas de construcción que constituían la espina dorsal de la economía provincial, sino que ha arrastrado a sectores como el del mueble de Lucena y Villa del Río a una situación de muerte cerebral y ha puesto de manifiesto la baja formación de una mano de obra compuesta en gran medida por jóvenes que dejaron sus estudios para ganar dinero fácil en las obras de la Costa del Sol. Ahora, el campo actúa como refugio para buena parte de esos trabajadores, que retornan a las mismas campañas agrícolas que hace menos de un lustro tenían que acudir a los contingentes de extranjeros para recoger naranjas, aceitunas o ajos. El turismo, el otro bastión económico, recupera sus cifras de visitantes al mismo ritmo que destruye empleos por la caída del gasto de quienes acuden a la provincia. El sector servicios es, sin duda, el motor que debe impulsar a una provincia carente de una industria potente, pero adolece de una planificación, formación y estructura adecuadas. Un panorama desolador que explica bien a las claras por qué una provincia tradicionalmente de izquierdas giró en las citas electorales de 2011 hacia posiciones más conservadoras. Porque el año 2011 fue el de la explosión política del Partido Popular. La alternativa liderada por José Antonio Nieto en la capital frente a los tradicionales cogobiernos de Izquierda Unida y PSOE recibió un respaldo histórico en los comicios municipales del 22 de mayo. La lista de los populares obtuvo la primera mayoría absoluta de su historia al alcanzar 16 actas de concejal, mientras que el binomio de izquierdas se hundía en sus peores resultados. El candidato de la coalición de izquierdas, el entonces alcalde Andrés Ocaña, cayó de 11 concejales a unos exiguos cuatro ediles y el del PSOE, su secretario provincial, Juan Pablo Durán, mantuvo por los pelos los cuatro que ya defendía. Frente a ellos emergía como segunda fuerza de la oposición la Unión Cordobesa del controvertido empresario Rafael Gómez, quien logró la confianza de 25.000 cordobeses (cinco actas en el pleno) con un discurso populista basado en el empleo para todos. Los cordobeses demostraron su hastío con una izquierda que en doce años de gobierno apenas había logrado impulsar en Córdoba nada de enjundia, que se había perdido en sus luchas intestinas y a la que la defección de Rosa Aguilar condenó al ostracismo. Pero no sólo la capital fue escenario del vuelco político. La provincia también conoció resultados históricos para el PP, empezando por la primera mayoría absoluta en la historia en la Diputación provincial y continuando con la victoria en localidades de la relevancia de Montilla, Cabra, Priego de Córdoba, Peñarroya o Pozoblanco. El voto de las ciudades medias y el rural, la gran asignatura pendiente de los populares en Andalucía, se decantaba al fin hacia su lado. El mensaje de austeridad, cambio y regeneración enarbolado por los populares calaba hondo entre los cordobeses. Ni siquiera la política de recortes emprendida en los primeros meses del mandato municipal pasó factura pocos meses después, cuando el 20 de noviembre el PP volvía a arrasar en las urnas de las elecciones generales. Nuevamente, el partido liderado por José Antonio Nieto lograba una amplia victoria frente a un PSOE al que de nada le sirvió la candidatura de Rosa Aguilar como cabeza de lista al Congreso de los Diputados. Los socialistas, por contra, se sumieron en 2011 un proceso de crisis y enfrentamientos internos que los alejaron aún más de sus votantes.

Y mientras esto ocurría en la política y la economía provinciales, una decepción y una inquietante ausencia marcaban la vida social de la provincia. El 16 de julio, diez años después de haberse embarcado en el sueño, Córdoba se quedaba atónita al escuchar al presidente del jurado internacional, Manfred Gaulhoffer, designar a San Sebastián Ciudad Europea de la Cultura en 2016. La ciudad, vestida de azul para la ocasión, sufría un varapalo enorme que tiraba por tierra en buena medida la vía abierta para su crecimiento y desarrollo en los próximos años. Dolido por el fracaso y necesitado de dar una satisfacción a los cordobeses, el Ayuntamiento se embarcó en un proceso judicial para solicitar una revisión del veredicto del jurado por las palabras del presidente alrededor del impulso a la paz en el País Vasco que daría la Capitalidad y por la aparición de unos documentos que demostrarían la colaboración de otra integrante del jurado con la candidatura donostiarra. Sin embargo, más allá del legítimo derecho al pataleo por una decisión a todas luces injusta, no parece que haya visos de dar marcha atrás en la decisión.

Córdoba cerró 2011 sacudida por una ausencia asfixiante. La tarde del 8 de octubre, José Bretón denunciaba ante la Policía que había extraviado a sus hijos, Ruth y José, de 6 y 2 años, en el Parque Cruz Conde mientras paseaban. Lo que en principio parecía un descuido derivó con el paso de los días con un caso judicial altamente complejo, en el que la mujer del progenitor, Ruth Ortiz, denunciaba a su pareja por maltrato psicológico y explicaba que la pareja se hallaba en trámites de separación. La Policía desarrolló una amplia búsqueda en una finca de la familia paterna en la zona de Las Quemadillas de la capital, detuvo a Bretón, quien fue enviado a prisión por el juez, y se vio inmersa en una investigación llena de sombras que hasta el momento no ha arrojado resultados. No hay noticias de Ruth y José.

Con este panorama se cerró el año 2011 en Córdoba, una provincia que ha confiado al cambio político que supone la llegada del PP al poder la mayor parte de sus opciones para salir del abismo en el que la ha situado la crisis económica.

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