Almería

El año en que Juan Enciso entró en la cárcel

  • En la redada caían hasta una veintena de cargos municipales, empresarios y familiares, a los que se les imputan varios delitos

Antonio Lao

Director de Almería Actualidad

Almería finaliza 2009 expectante. Sacudida por la crisis. Intentando desperezarse y con la secuela de haber visto como el alcalde de la segunda población de la provincia, El Ejido, era detenido y entraba en la cárcel. La “Operación Poniente” se ha llevado por delante el modelo impuesto por Juan Enciso durante casi dos décadas, primero en las filas del Partido Popular (PP) y después desde una fuerza presidencialista como es el Partido de Almería (PAL).

El 20 de octubre fue el día elegido. Decenas de policías tomaban el Ayuntamiento y procedían a la detención del primer edil y del interventor municipal. De forma paralela se visitaban domicilios particulares y empresas. En la redada caían hasta una veintena de cargos municipales, empresarios y familiares. Se les imputan varios delitos, entre los que se encuentra el de prevaricación. Hasta final de año el secreto de sumario no se había levantado y conocíamos muy poco de la trama, no más allá de una escueta nota emitida por el Juzgado y la constancia de que los únicos que permanecen en la cárcel son el primer edil, el interventor, José Alemán, y dos empresarios, presuntos cabecillas de la trama: Juan Antonio Galán y Ambrosio Cuevas.

Transcurridos los meses, la localidad intenta recuperar la normalidad, aunque en el ambiente se respira tensión. Nadie o casi nadie está tranquilo y, lo que es peor, se desconoce por cuanto tiempo se va a prolongar la situación. Lo que parece evidente es que el primer edil, encarcelado, no tiene la intención de dimitir y, es más, todo apunta a que va a volver a presentarse a las municipales de 2011, sabedor de que el juicio no se habrá celebrado para entonces.

La oposición -en este caso del PP y PSOE- ha disparado sólo con fuego de artificio. Las peticiones de dimisión se reiteran en el tiempo y poco más. Incluso, las plataformas creadas para recuperar, -digamos el buen nombre del pueblo-, no han conseguido convocar en sus protestas a más de quinientas personas, menos del 1 por ciento de los 84.000 habitantes que tiene el pueblo.

La vida transcurre en la población extrañamente apacible. De tarde en tarde las plataformas contra Enciso convocan una concentración de protesta para mantener viva la llama, y los partidos políticos mantienen la rutina diaria de comunicados de prensa y arreones que se desinflan a medida que el chut se aleja. Nada, o casi nada, hace advertir un cambio en la localidad del Poniente aunque, claro está, los intentos parece que se desperezan a medida que se aproximan las elecciones municipales.

Llama poderosamente la atención las palabras del propio alcalde desde la cárcel, en las que da su versión de lo sucedido. No reconoce un sólo error a lo largo de los años e, incluso, llega al desafío, asegurando que en estos dos años que ha durado la investigación judicial, antes de su detención, no hayan encontrado una “sola irregularidad o prueba que lo incrimine”.

La situación, por tanto, se torna compleja. No ya por cómo va a afectar al municipio más influyente y de mayor renta de la provincia, sino por las consecuencias que los resultados electorales pueden tener en la configuración del mapa electoral a partir de 2011.

Las encuestas dejan poco abierto a la imaginación. Las últimas conocidas convierten al PAL, -recordemos que es la fuerza política creada por Juan Enciso-, de nuevo en partido mayoritario, aunque desde el PP se empeñen de forma permanente en asegurar que son ellos los que recuperan la mayoría. Nadie o casi nadie, de verdad, ha cogido el toro por los cuernos más allá de la juez que lleva el caso y que hasta ahora ha aportado pocas o ninguna idea de por donde van a ir las acusaciones y cuando y cómo se va a desarrollar un proceso judicial que amenaza ir más allá de los diez años.

Así las cosas, el enjuague permanente en el que nos movemos, por parte de todos, propicia un ambiente enrarecido en el que nadie se fía de nadie. Un ambiente en el que todos aparecen como jueces y verdugos y en el que los ciudadanos, los de a pie, aquellos que pagan de forma religiosa cada año sus impuestos, se han convertido en meros espectadores de un partido en el que el resultado está aún por dilucidar y en el que los verdaderos protagonistas no dejan de ser convidados de piedra, eso sí en primera fila.

Claro está que serán ellos, sólo ellos, lo que en un año tendrán en sus manos dejar las cosas como están o cambiar. Un cambio que cada día más se solicita por parte de las grandes fuerza políticas, pero que no acaba de penetrar en el tejido social de la segunda población de la provincia.

Luego está, como en la tierra, lo que hay más allá del núcleo. Las distintas capas que envuelven la corteza. Aquellos que de una u otra manera han formado parte del presunto entramado y que figuran en las decenas, cientos de conversaciones grabadas por la justicia a través de los teléfonos móviles de los protagonistas de esta historia. Aquellos que no les llega la ropa al culo y que cada día, cuando amanece, rezan por no ser los protagonistas de una filtración que, por otra parte, se conocerá cuando el secreto de sumario se levante y todos buceemos en lo que hasta ahora es tabú y que no va más allá de las conversaciones de barras de bar o de los habituales corrillos.

Lo cierto es que nada volverá a ser igual. El empeño de unos por permanecer inmóviles y el de otros por cambiar lo establecido puede que se quede sólo en eso. La realidad acabará devorando el inmovilismo; rompiendo los moldes encorsetados y, lo que de verdad nos importa, aireando la realidad en la que se ha desenvuelto la vida de este municipio los últimos veinte años.

Y es aquí donde cada uno ocupará el lugar que merece en la pequeña historia del pueblo. Muy pocos de los que han regido los destinos del Ayuntamiento y algunos ajenos quedarán al margen de un caso que ha tambaleado los cimientos en los que se ha asentado la convivencia de El Ejido. Pero esa es otra historia. La que llegará cuando la Justicia -no sabemos cuando se puede celebrar el juicio- concluya quienes son culpables y quienes no.

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