Córdoba

Del colapso al sueño europeo

  • Lo ocurrido en Cajasur escenifica a la perfección la situación por la que atraviesa Córdoba en estos años aciagos

Luis J. Pérez Bustamante

Director de El Día de Córdoba

Si algo ha caracterizado el año 2010 en Córdoba es que no se puede decir que haya sido normal. En lo económico, además de la dureza con la que la crisis ha castigado a la provincia, destaca la desaparición de Cajasur como entidad financiera vernácula después de 150 años. En lo social, las inundaciones de los meses de febrero y diciembre pusieron de manifiesto la falta de preparación de las administraciones ante las avenidas del río y hasta qué punto se ha sido permisivo con las ilegalidades urbanísticas. En lo político, al ascenso a las alturas ministeriales de Rosa Aguilar se contrapone la tumultuosa salida del PSOE de Rafael Velasco y el ruido ensordecedor en el que se vio inmerso su partido a la hora de elegir a su candidato a la Alcaldía. En lo cultural, la capital ve más cerca el sueño de ser Ciudad Europea de la Cultura en 2016 tras superar el primer corte. Mientras que en lo deportivo, el año terminó con el Córdoba inmerso en un culebrón de venta impropio de un club serio. Y es que lo ocurrido en Cajasur escenifica a la perfección la situación por la que atraviesa Córdoba en estos años aciagos. Los enfrentamientos personales y la falta de altura de miras de los integrantes del consejo de administración de la entidad –especialmente los patronos que representaban al Cabildo de la Catedral- derivaron en una situación insostenible e insospechada, con la entidad en una situación económica de quiebra técnica, que culminó con la intervención de la caja por parte del FROB después de que en la tarde del 21 de mayo se echara por tierra la posibilidad de una fusión con Unicaja. Siglo y medio después de su fundación, Cajasur dejaba de estar en manos cordobesas para acabar gestionada, tras una subasta, por la BBK.

En medio de todo ello el ruido generado entre las partes llegó a ser insoportable y sólo la fidelidad de la clientela consiguió que la caja no desapareciera del mapa económico con una retirada masiva de fondos. La situación vivida ha ejemplificado uno de los males que acucia al sector financiero español: la falta de profesionalidad en la gestión y el excesivo peso de la presencia política, y en este caso especialmente la eclesial, están detrás de gran parte de los problemas que hoy padece el sistema financiero del país. Señalar culpables en lo ocurrido con Cajasur es realmente difícil, si bien queda claro que el papel de la Iglesia y del presidente de la entidad, Santiago Gómez Sierra, con sus miedos, desconfianzas e impulsos personales, se sitúan en el vértice de la pirámide de las responsabilidades. No obstante, no hay que restar protagonismo al resto de miembros del consejo, a la Junta de Andalucía, a Unicaja ni a los sindicatos. Entre todos la mataron y ella sola se murió mientras del caballo de batalla laboral tocará hablar en 2011. Tampoco se libran de responsabilidad las administraciones en las inundaciones que asolaron Córdoba y su provincia el 23 de febrero y los días 6 y 7 de diciembre.

En la primera ocasión, porque el río volvió a poner de manifiesto que a la naturaleza no se le pueden poner barreras y, en la segunda, porque se demostró que gran parte de las promesas y compromisos adquiridos con la ciudadanía tras la riada de febrero no fueron más que guiños a la galería. La fuerza con la que el Guadalquivir bajó en ambas ocasiones, desconocida desde hacía más de 40 años, a punto estuvo de provocar una tragedia humana en la zona de viviendas construidas de manera ilegal junto a los márgenes del río. La buena actuación del Consistorio cordobés en la evacuación de las casas evitó males mayores, si bien esto no lo exime de su culpabilidad por haber permitido el desarrollo de auténticas urbanizaciones pegadas al cauce. Lo peor de todo es que tras dos riadas nadie parece decidido aún a adoptar soluciones sobre esta realidad. El miedo a los efectos electorales que puede tener sobre las urnas del 22 de mayo un decreto de derribo y la sempiterna tendencia de las administraciones a culparse entre sí hizo que el año se cerrase en materia de parcelismo ilegal igual que comenzó. Eso sí, con mucho más lodo, fango y miedo entre los residentes. Quien no terminó el año tal y como lo inició fue la ex alcaldesa Rosa Aguilar, quien en apenas año y medio ha cambiado su sillón en Capitulares por el flamante puesto de ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino en el Gobierno de Zapatero. Fiel a su forma de ser, Aguilar ha sorprendido a propios y extraños con un meteórico ascenso dentro de las instituciones gobernadas por el PSOE. En una crisis sin precedentes en la que los votantes de izquierda están abandonando el barco socialista, la otrora gran dama de IU aparece como el salvavidas al que agarrarse para recuperar esos apoyos retirados. Carisma y tablas no le faltan. Y todo ello desde la independencia de quien no milita en el partido. Camino inverso hizo el cordobés Rafael Velasco, a quien el puesto de vicesecretario general del PSOE andaluz apenas le duró siete meses. Unas denuncias sobre trato de favor a la empresa de su mujer y, sobre todo, la constatación de que el partido no cerraba filas desde Andalucía como se hubiera esperado acabaron en una dimisión irrevocable que descabezó a un partido que siempre ha pagado muy caro la falta de referentes orgánicos.

También se fue el portavoz socialista en el Ayuntamiento de la capital, Rafael Blanco, después de una guerra abierta con el secretario provincial de la formación, Juan Pablo Durán, por liderar la candidatura en Córdoba. Blanco volvió a perder una lucha interna en su partido y la publicidad de las discrepancias internas y la pésima gestión de los cambios puede provocar consecuencias graves en el respaldo a los socialistas en las urnas. Sobre lo que no hay ningún tipo de duda o problema es sobre el sueño de que Córdoba sea Ciudad Europea de la Cultura en el año 2016. La ciudad vivió en 2010 volcada por completo en el proyecto, con multitud de actividades que han movilizado a la ciudadanía como no se recordaba en la capital desde hacía demasiado tiempo. La Capitalidad aparece en el horizonte más que como un reto cultural como una reafirmación colectiva de una ciudad necesitada de recuperar su autoestima y demostrar al mundo que la tan traída gloria del pasado puede volver a recuperarse en el futuro. La coincidencia es general y, al margen de la relevancia económica que tendría la designación, nadie duda de que lo importante en este reto es el camino andado y que los cordobeses despierten al fin de esa suerte de letargo en el que parecen estancados En este somero acercamiento a 2010, año en el que la crisis dio su peor cara y cerró con 108.200 cordobeses en el desempleo, destacan otros acontecimientos principalmente en el ámbito del turismo. La puesta en marcha de ellas visitas nocturnas a la Mezquita o el inicio del Espectáculo Ecuestre en las Caballerizas Reales están llamados a dinamizar en sector, el turístico, que debe ser motor de futuro para Córdoba. Queda por delante un 2011 en el que las urnas decidirán si el cambio que BBK le va a imprimir a Cajasur, y que se espera en la provincia como el maná divino, unido al sueño de la designación de Córdoba como Ciudad Europea de la Cultura, se ve refrendado con una transformación en los colores que rigen los designios del Ayuntamiento. Córdoba vive inmersa en una catarsis en la que los referentes tradicionales dejan paso a otros nuevos. Habrá que ver si estos son realmente portadores de cambios o extensiones de vicios del pasado.

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