Provincias

La desaparición de Ruth y José

Félix Ruiz Cardador

El sábado 8 de octubre de 2011 no será recordado en Córdoba por la magnífica climatología otoñal y templada que reinaba aquella jornada, sino por el oscuro suceso del que se tuvo conocimiento aquella tarde y del que todavía hoy, cuando se escriben estas líneas, acongoja a la sociedad cordobesa. El comienzo del suceso tuvo lugar en torno a las seis de la tarde de aquel día, cuando un hombre de 42 años, José Bretón, llamó a la Policía Nacional para denunciar que sus dos hijos, Ruth y José Bretón Ortiz, de 6 y 2 años, se le habían extraviado mientras paseaba con ellos por el Parque Cruz Conde, una zona verde de la ciudad. En principio, se creyó que podía haber sido una pérdida sin más, pero la falta de resultados del efectivo policial que se activó aquella misma tarde y las dudas que surgían del testimonio hicieron que pronto saltasen todas las alarmas y comenzase a barruntarse que detrás de aquel suceso existían sombras muy oscuras por descubrir. Ruth y José no aparecieron aquel día y nada se sabe todavía hoy, pese a las innumerables pesquisas policiales realizadas, de lo que ha sido de los dos pequeños.

Las primeras informaciones que trascendieron aquel mismo día comenzaron a abrir numerosos interrogantes. Lo primero que se supo es la difícil situación familiar por la que pasaban los padres de los dos pequeños, José Bretón y Ruth Ortiz, inmersos en un proceso de separación desde hacía escasas fechas y cada vez más distanciados. La madre se había quedado tras la crisis matrimonial a vivir en Huelva, su ciudad natal, con los dos niños, mientras que José, en paro, había regresado a Córdoba para residir con su familia. El viernes anterior a la desaparición, el padre había acudido a Huelva a recogerlos y luego los llevó a Córdoba, donde su pista se perdió a partir de las dos de la tarde, última vez que alguien que no fuese el propio Bretón vio a los dos menores. Las sospechas comenzaron a gravitar desde los primeros días sobre el propio padre, al que, en un giro también algo extraño, la madre había denunciado la misma noche de la desaparición, y no antes, por amenazas en la Comisaría de Huelva.

Los primeros días de la investigación, tras la infructuosa búsqueda en el lugar donde el progenitor decía que se le habían extraviado en un descuido, convirtieron a Córdoba en el foco de todas las miradas. El comisario Manuel Piedrabuena, conocido por trabajar en el caso Marta del Castillo, se desplazó hasta la ciudad y comenzaron los interrogatorios y los registros. Fue entonces cuando comenzó a analizarse, durante varios días y en diversas etapas, la casa de campo que los abuelos paternos de los niños tienen en la zona de Las Quemadillas, a las afueras de Córdoba capital. Agentes especializados inspeccionaron la casa, las alcantarillas y hasta las fosas sépticas e incluso buscaron restos humanos con un georádar. Todo hacía indicar lo peor, pero la realidad es que nunca se encontraron pruebas concluyentes que permitiesen adivinar que había ocurrido. Aún así, y tras una polémica reconstrucción de los hechos en el Parque Cruz Conde, el padre de los pequeños, que nunca ha confesado delito alguno y apenas ha variado su testimonio inicial, fue detenido acusado de falso testimonio. Desde entonces, pasa sus días en la cárcel provincial de Córdoba, donde ha intentado autolesionarse en alguna ocasión. Su abogado confía sin embargo, en que muy pronto salga en libertad dado que entiende que no existen pruebas de peso contra él. La UDEV, que fue finalmente la unidad que se hizo con el caso, no ha cesado en sus investigaciones y ha badeado el río Guadalquivir en varias ocasiones sin resultado alguno.

El otro lado de esta negra historia lo ocupa la madre de los pequeños, Ruth Ortiz. Tras pasar los primeros días en Córdoba, volvió a Huelva, donde durante meses estuvo alejada de la luz pública. Al cumplirse el tercer mes de la desaparición, comenzó a reaparecer en los actos de protesta que han movilizado a miles de andaluces por todas las grandes ciudades de la comunidad autónoma. Desde el principio, lo único que ha pedido es que le devuelvan a sus hijos, aunque las últimas fechas, y tras reunirse con él sin éxito en la prisión cordobesa, acusa directamente al padre, a José Bretón, de la desaparición de sus hijos. La imagen de los niños desaparecidos en un cartel en el que se solicita ayuda y se anuncia un número de información al que llamar si se tienen datos se ha convertido en habitual tanto en Córdoba como en Huelva y en otras ciudades andaluzas y españolas. La llamada que aporte luz a este angustioso suceso sigue sin embargo sin producirse. Nadie sabe nada de esos dos seres angelicales que son Ruth y José.

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