Sevilla

Una pequeña alegría en mitad del llanto

  • A pesar del triste panorama, Sevilla fue la provincia andaluza con menor tasa de paro en 2010

Fede Durán

Encuesta de Población Activa (EPA) o datos de los servicios públicos de empleo, ésa es la cuestión. Según se elija un indicador u otro, las conclusiones sobre la evolución del mercado laboral sevillano en 2010 inclinarán al observador a ver el vaso medio lleno o medio vacío. Porque mientras la EPA del último trimestre del año convirtió a Sevilla en la única provincia de la comunidad donde el paro descendió (una especie de guiño bíblico en tiempos de sequía), la radiografía del antiguo INEM para diciembre trajo malas noticias al paciente: 209.069 desempleados, un levísimo incremento del 0,08 por ciento frente a noviembre, y 10.056 personas más sin trabajo que un año antes.

Pero el vaso medio lleno, o sea, la EPA, siempre ha sido un índice más fiable por permitir una comparación homologada con el resto de Europa y, sobre todo, por contabilizar como parados a determinados colectivos que el INEM, de manera como mínimo discutible, salva de la quema. Y la EPA trajo aire fresco, un soplo de moderada esperanza al arrojar sobre la mesa su factura: la provincia creó 28.000 empleos entre octubre y diciembre impulsada por los servicios y la agricultura, rebajó la tasa de paro del 25,8 por ciento del primer trimestre al 24,6 por ciento del último, le añadió seis décimas a la tasa de ocupación (44,8%) y otras siete a la de actividad (59,4%). El número final, pese a todo, aún fue imponente: 223.900 parados. Y la letra pequeña tampoco invita a la epifanía: la mitad de los parados (116.700) buscaban por primera vez un empleo o llevaban más de un año sin lograr uno, un dato cuatro veces peor que el del primer trimestre de 2008.

El peso de estas dramáticas situaciones tampoco pierde su tradicional desequilibrio: las mujeres lo tienen peor que los hombres. Y los hogares sevillanos con todos sus miembros sin trabajo rozan los 70.000. El problema del microcosmos hispalense es, como en el resto de Andalucía, estructural: lo temporal domina sobre lo indefinido, creando un mercado altamente volátil. Tras la cara bella de la EPA se esconden algunas trampas estadísticas: la agricultura tira del carro durante el último trimestre al coincidir esas fechas con las campañas del melocotón y el olivar; mientras que los servicios (comercio, transportes) se disparan conforme la Navidad se aproxima. A pesar del triste panorama, Sevilla fue la provincia andaluza con menor tasa de paro en 2010. Cádiz lideró un ranking donde desgraciadamente suele destacar (31,47%), y tras ella se situaron otras dos zonas costeras: Málaga (30,65%) y Huelva (30,60%), esta última con la peor trayectoria del año. Más abajo, Granada (29,39%), Córdoba (28,53%), Almería (27,09%) y Jaén (25,86%). En 2009, tal y como recordaba la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) semanas atrás, siete de las diez provincias españolas con mayor desempleo eran andaluzas. Huelva no estaba incluida en esa lista; Sevilla sí. Hoy, al menos, ese 24,6% le ha permitido alejarse del top ten más vergonzante de la economía española.

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